miércoles, 10 de junio de 2020

"Me siento solo"... ¿VOLVER A DIOS?

Luego de analizar la añoranza de un pasado que ya fue y no será igual, queremos detenernos en algo que unos cuantos experimentamos dentro del aislamiento social y preventivo: la soledad. Son muchos quienes experimentan angustia ante encontrarse solos, no poder visitar afectos, no cruzarse con los compañeros de estudio, no ver a los pibes del apostolado, entre otras cosas. Sin embargo, nos atrevemos a preguntarnos: ¿estamos solos? Nos acostumbramos a hacer un montón de cosas, a no parar nunca, y quizás, la soledad y el encierro, sean una buena excusa para poner la pelota abajo del pie, para re-pensar nuestra identidad más profunda, nuestra identidad de animadores. 


Identidad significa “lo mismo”, aquello que refleja nuestro ser más profundo. Somos un texto en constante escritura: ¿quiénes somos?, ¿de dónde venimos?, ¿hacia dónde vamos?, ¿qué buscamos?, ¿qué soñamos? Parece un trabajo práctico de Filosofía, y sin embargo es un simple disparador para abrazar la pregunta con que Eduardo Meana comienza su canción llamada Corazón Animador: “¿Qué hay en tu corazón?”. 

El encierro de la cuarentena nos evoca el desierto en el libro de Oseas 2, 16: “La llevaré al desierto y le hablaré a su corazón”. El desierto puede ser oportunidad para re-enamorarnos. También nos recuerda a Jesús, que luego de multiplicar los panes y compartir una comida se retiró a rezar: “Después, subió a la montaña para orar a solas. Y al atardecer, todavía estaba allí, solo” (Mateo 14, 23). El tiempo de encierro puede ser la oportunidad de conectar con lo más profundo, con las raíces, con Aquel en quien creemos y llena de sentido nuestro apostolado, porque no podemos dar lo que no tenemos. 

La tentación de caer en el activismo, de transformarnos en una ONG siempre está latente. ¿Es necesario organizar la solidaridad en este tiempo? Si ¿Es necesario atender a la realidad sufriente de los pibes del apostolado? Si ¿Es urgente coordinar con otras instituciones para que podamos llegar a todo el barrio? Si… ¿Pero eso es todo? ¿Qué más tenemos para ofrecer? ¿Sólo una ayuda social? (la cual es justa, urgente y necesaria). Tenemos un “algo más”, o mejor dicho, un Alguien más. 

Lo nuestro, mediante el apostolado, es amor al pueblo, pero en palabras de Francisco, es “gusto espiritual de ser pueblo”, porque en el barro descubrimos la huella y la presencia de Dios que habita lo cotidiano. Nuestra espiritualidad sabe leer la presencia de Dios aun allí donde todo parece oscuro, sabe “develar” su presencia en las barriadas, porque Él ya está antes que nosotros. Las calles del barrio, los rostros que nos cuestionan, son tierra santa donde nos descalzamos los pies, como Moisés, porque allí se encuentra Dios (Éxodo 3, 5). 

Sin embargo, esta oportunidad de volver a Dios, volver a re-conectar con la fuente del apostolado, también nos hace pensar que nuestra fe no la podemos vivir solos, sino que tiene una dimensión necesariamente comunitaria. Si coincidimos con Francisco en la importancia de ser pueblo, ello nos desafía a que abracemos una fe comunitaria. Muchas veces nos quejamos de tal o cual animador, de tal o cual actitud, y ahora, en cambio, extrañamos encontrarnos. 

La frase “nadie se salva solo” no debe ser solo un slogan de este tiempo, sino que debe ser un programa de acción para recuperar y tomar conciencia de lo importante que resulta sostener la comunidad cueste lo que cueste. Sabernos hermanos, reconocernos acompañados, encontrar la presencia del otro que no me puede ofrecer un mate ahora, pero que me puede dar algo todavía más grande: el regalo de su presencia, su cercanía y el acompañamiento. 

Constatamos en medio de la pandemia que “todo pasa”, que nuestros esquemas son pequeños y limitados. Todo pasa, pero DIOS NO PASA. Cuando todo parece temblar, el piso se mueve y las seguridades flaquean, la presencia de Dios irrumpe trayendo calma. No estamos solos, nadie está solo. 

Para seguir rezando y pensando juntos:
  • ¿Cómo me relaciono este tiempo sin barrio, con el Dios que habita en las barriadas? 
  • ¿Cómo podemos crecer en el “gusto espiritual de ser Pueblo”? 
  • ¿De qué manera puedo sostener la vida comunitaria del apostolado?

CULTURA DE BARRO





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