martes, 2 de junio de 2020

“Nada será como antes”… ¿VOLVER ATRÁS?

En tiempos de pandemia, aparece una frase con mucha fuerza: “Nada será como antes”. Una afirmación tajante, dura, pero muchas veces llena de nostalgia… ¿Debemos extrañar el antes? Nuestras agendas, nuestros proyectos, cada una de las cosas planificadas, han quedado guardadas en un cajón. El COVID-19 nos ha quitado de nuestras seguridades y esquemas, dejándonos vulnerables ante la incertidumbre.

La cuarentena ha sido atravesada por la cuaresma, y es interesante pensar este tiempo de incertidumbre, haciendo analogía con los discípulos de Emaús (Lc. 24, 13-25) Ante el miedo de verse solos, acorralados, al ver que sus sueños y proyectos se desmoronaron y colgaban de una cruz, decidieron salir corriendo, optaron por fugarse. Sin embargo, Jesús haciendo siempre de las suyas, se pone en camino al lado de ellos. No les da un discurso, no les explica razones o teorías, simplemente dialoga. Al partir el pan lo reconocen, en la simpleza de un gesto. Ese encuentro, en lugar de aferrarlos al miedo por lo que habían pasado, los impulsó a embarcarse en un futuro sin precedentes, del cual somos humildes herederos y parte. La pandemia, al igual que el gesto de partir el pan, nos ha revelado la cara del “antes”: veníamos juntos, pero no la reconocíamos. 

Como dice el Papa Francisco, nos hace estar a todos en una misma barca, sin embargo, asumimos que varios la transitan en un yate y otros apenas en una canoa (algunos simplemente nadando). Este golpe ha dejado descubierta la cara más sufriente de las barriadas: hay hambre, hay muy pocas viviendas dignas, los sistemas de salud pública no existen o no tienen recursos, la escuela atiende todo menos la educación, la capilla banca como se puede, entre otras cosas que vemos a diario, pero quizás lamentablemente ya nos habíamos acostumbrado. 

Cuando pensamos en la vuelta atrás, tenemos que tener cuidado, porque desde ese dolor tiene que brotar la indignación y el compromiso por un presente más leve y un futuro más digno. No podemos ser indiferentes ante el rostro sufriente de los pibes que nos cuestionan. Es una buena ocasión para repensarnos, para poder evaluar cómo veníamos caminando, para analizar cuánto había de promoción integral de las personas en nuestras propuestas pastorales, o si solamente nos habíamos cerrado a trabajar algunas dimensiones sueltas. 

Volver a ser como antes, es abrazar con fuerza el tan viejo, pero hoy vigente, “siempre se hizo así”. Pareciera que las recetas antiguas siempre dan en la tecla, pero para quienes se animan a pensar lo cotidiano, pensar lo que hacemos, cuestionar los sentidos de las cosas, la pandemia ha arrasado con ese slogan. Creemos que será imposible volver a ser como antes, porque no queremos volver a acostumbrarnos a no ver el sufrimiento de la gente, porque no queremos poner todas las certezas en un calendario plagado de actividades, porque no queremos abrazarnos a las seguridades que recreamos sin darle una vuelta de rosca, por simplemente no somos ni seremos los mismos. 

En resumen, dentro de este primer artículo de la serie, queremos manifestar nuestra preocupación ante el deseo de volver a “ser” como antes, pero también nos inquieta el volver a “hacer” como antes. Nuestra agenda llena de fechas, horarios y eventos, muchas veces tapa el rostro sufriente de la realidad, acalla el grito de la gente, esconde todo aquello que nos cuestiona y nos hace temblar. La pandemia pone de manifiesto los límites de nuestras acciones, nos hace tomar conciencia de nuestra pequeñez: trabajamos por el Reino, no somos dueños del Reino. Sin embargo, si nos animamos ir a fondo, este tiempo se constituye como oportunidad para repensarnos. Es un desafío salir del miedo que nos paraliza y como en Emaús, ponernos en camino luego de discernir aquello que hace arder nuestro corazón, para no callar lo que hemos visto y oído, para sostener la esperanza cueste lo que cueste y bancar la vida que duele. 


Para seguir reflexionando y compartiendo: 

  • ¿Qué miedos nos hacen desear “que todo sea como antes”? 
  • ¿Cuáles son las barreras que encontramos para pensar nuevos caminos? 
  • ¿Por qué nos sentimos más cómodos con el “siempre se hizo así”?

CULTURA DE BARRO




No hay comentarios.:

Publicar un comentario