"…pero él les dijo: «No teman. Ustedes buscan a Jesús
de Nazaret, el Crucificado. Ha resucitado, no está aquí. Miren el lugar donde
lo habían puesto. Vayan ahora a decir a sus discípulos y a Pedro que él irá
antes que ustedes a Galilea; allí lo verán, como él se lo había dicho»."
Frente a este anuncio las mujeres quedan sorprendidas,
atemorizadas. Cuantas veces la incertidumbre y el miedo nos paralizan e impiden
asumir lo que Dios nos pide. A pesar de esta situación en ellas reinó la fe y
confianza en el Maestro y Su Palabra. Corrieron pues a anunciar lo que habían
visto y oído.
Nosotros ¡con que alegría compartimos el amor de Jesús y
somos capaces de dar esperanza a otros cuando nos sentimos seguros de su
presencia en nuestras vidas! Pero también cuantas veces nos invaden dudas de fe
que nos impiden llevar a otros la vida nueva que Jesús nos trajo.
En el deseo de comunicar vida nueva en Jesús es que tuvimos
oportunidad de viajar hacia Angola, y si
de incertidumbre y miedo se trata, mucho sabe de vivir así el pueblo angolano,
pueblo que sabe de sufrimiento, temor y espera, pero que han aprendido a vivir de
una forma diferente gracias a la fe y esperanza. Cada día es una fiesta, la
fiesta de la vida, donde cruzarse y encontrarse con alguien es motivo de
celebración y un saludo de buenos días puede “demorar” 20 minutos. Celebración
por excelencia es la fiesta de la Eucaristía donde el pueblo ofrece y lleva al
altar lo poco que tienen, entregándose a sí mismos como ofrenda por medio del
baile y el canto al ritmo del batuque diciendo alegremente “todo lo que tengo y
soy te lo entregamos, recíbelo Señor”
Que a imagen de las mujeres discípulas de Jesús y con el
ejemplo del pueblo angolano, podamos también nosotros en medio de las
dificultades e inseguridades ponernos en movimiento y salir a anunciar la vida
nueva en Jesús, la Buena Noticia. Tchotchene (que así sea).
Espe, Dai y Sil.
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