Hace unos días veíamos entrar
a la ciudad a un Rey… Lo recibimos con ramos de olivos y palmas. Muchos
sacrifican sus túnicas para que pase por encima de las mismas, corean su nombre
y estallan en un unísono gloria y aleluya. Sin embargo, que gesto irreverente
hacerse llamar Rey y entrar montado en un burro. La historia se trunca al ver
que ese Rey, el de los pobres y los últimos, el que abraza a las prostitutas y
perdona a los pecadores, el que cura a su gente y hace milagros sin nada a
cambio, es perseguido… Perseguido por dar vida, perseguido por poner la vida
por sobre las prescripciones, perseguido por reconocer la dignidad del otro,
perseguido por comprometerse a favor de los más desfavorecidos, perseguido por
vivir unas relaciones basadas en el amor, la solidaridad y el respeto,
perseguido por construir y vivir el Reino de Dios, ahora y en la tierra.
Ese Rey, el mismísimo Dios
hecho hombre, se abajó de tal manera que hoy, Jueves santo, decide dejar plasmado
en la historia el gesto revolucionario más grande: un Rey que lava los pies, un
Rey que se hace servidor, un Rey que toca la mugre y la miseria de los últimos.
No mira de lejos, no pronuncia hermosos discursos desde la limpieza y un
pedestal, sino que con su misma vida traza un plan espiritual para bajar al
encuentro de Dios.
Sin embargo, ese gesto de
servicio no queda solamente en el lavado de los pies, sino que se instituye y
perpetúa en la Eucaristía. Pan y vino, elementos infaltables en la mesa de los
pobres, alimentos sencillos, al alcance de todos. Hasta en ese detalle se fijó
el Cristo que abraza la pobreza y la redime, no quiso grandes banquetes, sino
la sencillez del pan que se parte, reparte y comparte. Él mismo se hace cuerpo
y sangre para los demás, se hace servidor y se hace pan para los demás.
Cristo se vuelve hostia viva,
se vuelve pan de vida…
Pan que anima al servicio y al
compromiso con los demás…
Pan que dignifica y alimenta
la vida…
Pan que despierta hambre de
memoria, justicia y verdad…
Pan que rescata al hombre de
la alienación y lo hace protagonista de la construcción social…
Pan que empuja a luchar contra
la porquería del narcotráfico que se roba sangre inocente…
Pan que denuncia la corrupción
que mata en el silencio, de traje y corbata…
Pan que hace brotar la bronca
ante los linchamientos, el aborto y el gatillo fácil…
Pan que denuncia la ignorancia
y el analfabetismo a que muchos se ven condenados…
Pan que se horroriza ante la
pobreza que mata y avanza sin piedad…
Pan que se vuelve grito
rebelde de tantos pueblos y rostros invisibilizados…
Pan que alienta la vida y hace
brotar una sonrisa rebelde donde todo es llanto…
Pan que acompaña el mate del
encuentro, de la organización, del pueblo unido…
Pan que aguanta tras las rejas
en el llanto silencioso de un privado de la libertad…
Pan que cuestiona un sistema
expulsor y excluyente…
Pan que vive la comunidad como
alternativa al capitalismo narcisista…
Pan que empuja a tantos pibes
y pibas a construir el Reino desde abajo…
Jueves Santo… Tiempo de
servicio, tiempo de Eucaristía, tiempo de hostias vivas que se parten,
comparten y reparten para los demás. Quisieron acallar la palabra del Rey,
quisieron humillar al Dios de los pobres, sin embargo, sus gestos silenciosos
resuenan y nos mueven a un compromiso siempre nuevo por el Evangelio: servir y
ser pan de vida.
Para seguir reflexionando:
¿Qué tipo de pan de vida estás
llamado a ser en tu comunidad?
¿Qué realidad nos desafía a
ser pan para los demás?
Emiliano
CULTURA DE BARRO
Hermoso Emiliano! Muchas gracias por compartirlo. Abrazo desde Formosa. Duba
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