viernes, 30 de marzo de 2018

Jueves Santo: ser pan de vida, ser pan rebelde.


Hace unos días veíamos entrar a la ciudad a un Rey… Lo recibimos con ramos de olivos y palmas. Muchos sacrifican sus túnicas para que pase por encima de las mismas, corean su nombre y estallan en un unísono gloria y aleluya. Sin embargo, que gesto irreverente hacerse llamar Rey y entrar montado en un burro. La historia se trunca al ver que ese Rey, el de los pobres y los últimos, el que abraza a las prostitutas y perdona a los pecadores, el que cura a su gente y hace milagros sin nada a cambio, es perseguido… Perseguido por dar vida, perseguido por poner la vida por sobre las prescripciones, perseguido por reconocer la dignidad del otro, perseguido por comprometerse a favor de los más desfavorecidos, perseguido por vivir unas relaciones basadas en el amor, la solidaridad y el respeto, perseguido por construir y vivir el Reino de Dios, ahora y en la tierra.

Ese Rey, el mismísimo Dios hecho hombre, se abajó de tal manera que hoy, Jueves santo, decide dejar plasmado en la historia el gesto revolucionario más grande: un Rey que lava los pies, un Rey que se hace servidor, un Rey que toca la mugre y la miseria de los últimos. No mira de lejos, no pronuncia hermosos discursos desde la limpieza y un pedestal, sino que con su misma vida traza un plan espiritual para bajar al encuentro de Dios.

Sin embargo, ese gesto de servicio no queda solamente en el lavado de los pies, sino que se instituye y perpetúa en la Eucaristía. Pan y vino, elementos infaltables en la mesa de los pobres, alimentos sencillos, al alcance de todos. Hasta en ese detalle se fijó el Cristo que abraza la pobreza y la redime, no quiso grandes banquetes, sino la sencillez del pan que se parte, reparte y comparte. Él mismo se hace cuerpo y sangre para los demás, se hace servidor y se hace pan para los demás.

Cristo se vuelve hostia viva, se vuelve pan de vida…

Pan que anima al servicio y al compromiso con los demás…
Pan que dignifica y alimenta la vida…
Pan que despierta hambre de memoria, justicia y verdad…
Pan que rescata al hombre de la alienación y lo hace protagonista de la construcción social…
Pan que empuja a luchar contra la porquería del narcotráfico que se roba sangre inocente…
Pan que denuncia la corrupción que mata en el silencio, de traje y corbata…
Pan que hace brotar la bronca ante los linchamientos, el aborto y el gatillo fácil…
Pan que denuncia la ignorancia y el analfabetismo a que muchos se ven condenados…
Pan que se horroriza ante la pobreza que mata y avanza sin piedad…
Pan que se vuelve grito rebelde de tantos pueblos y rostros invisibilizados…
Pan que alienta la vida y hace brotar una sonrisa rebelde donde todo es llanto…
Pan que acompaña el mate del encuentro, de la organización, del pueblo unido…
Pan que aguanta tras las rejas en el llanto silencioso de un privado de la libertad…
Pan que cuestiona un sistema expulsor y excluyente…
Pan que vive la comunidad como alternativa al capitalismo narcisista…
Pan que empuja a tantos pibes y pibas a construir el Reino desde abajo…

Jueves Santo… Tiempo de servicio, tiempo de Eucaristía, tiempo de hostias vivas que se parten, comparten y reparten para los demás. Quisieron acallar la palabra del Rey, quisieron humillar al Dios de los pobres, sin embargo, sus gestos silenciosos resuenan y nos mueven a un compromiso siempre nuevo por el Evangelio: servir y ser pan de vida.

Para seguir reflexionando:

¿Qué tipo de pan de vida estás llamado a ser en tu comunidad?
¿Qué realidad nos desafía a ser pan para los demás?


Emiliano

CULTURA DE BARRO



1 comentario:

  1. Hermoso Emiliano! Muchas gracias por compartirlo. Abrazo desde Formosa. Duba

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