lunes, 18 de septiembre de 2017

Madre del dolor, ¡ayudanos a caminar!

El domingo por la mañana tuvimos en la capilla del barrio las fiestas patronales de María al pié de la Cruz, o la también llamada, Madre Dolorosa. Mientras andábamos las pedregosas calles de la barriada, a la luz de un caluroso sol y rezando los dolores de nuestra Madre, muchos rostros brotaban en cada Ave María, el recuerdo de algunas lágrimas, y la imperiosa necesidad de ponerle palabras a algunos gritos mudos. 

El primer dolor recuerda la profecía de Simeón en la presentación del Niño Jesús, cuando le avisa a María que una espada de dolor iba a atravesar su alma. Afloran en el Ave María, los rostros de tantas madres que con impotencia lloran la pérdida de sus hijos, son testigos del dolor que padecen… Pienso en cada una de las madres que se auto-convocan para luchas contra la espada del paco, de la cocaína, de las porquerías que matan a sus pibes y pibas, de la trata de personas, de la violencia de género. María con su dolor, se hace solidaria de tantas madres que lloran y sufre. 

La huida a Egipto, con José y Jesús a cuesta, constituye el segundo dolor. La Madre de Dios y Madre nuestra se hace solidaria con todos los condenados de la historia a vivir en el margen, en las periferias, se hace solidaria con todos aquellos que tienen que dejar sus raíces en búsqueda de una moneda que permita ganarle al día a día, se hace solidaria con los refugiados, los expulsados de este sistema que son marginados a vivir en condiciones indignas y deshumanizantes. María, la madre de Dios que vio nacer y crecer a su hijo en la villa, es víctima, perseguida y refugiada. 

El tercer dolor hace referencia a la pérdida de Jesús, cuando éste estaba en el templo. Tres días de buscar, de sentir que su hijo se había perdido. Te haces solidaria Madre nuestra, con las abuelas y las madres que todavía albergan la esperanza de encontrar a sus nietos y sus hijos desaparecidos en la dictadura, te haces solidaria con la familia Maldonado, te haces solidaria con la familia de Marita Verón, te haces solidaria con cada una de las familias que esperan día tras día abrazar con fuerza a algún ser querido que nunca regresó, sea cual sea la circunstancia o los motivos. Te haces solidaria Madre de las lágrimas, con el llanto desconsolado de cada mamá que despide a su hijo luego de visitarlo en la cárcel y no poder llevarlo consigo a casa, con el llanto de la familia que pierde algún ser querido por la inseguridad. Vos Madre de los últimos, conoces la miseria humana a fondo, mataron injustamente a tu hijo, gracias por hacerte solidaria y animar nuestras búsquedas. 

Los últimos cuatro dolores, recuerdan el encuentro con Jesús camino a la cruz, la crucifixión de Jesús y la agonía, la lanza que atravesó su costado y recibir en brazos a Jesús muerto, y por último, el entierro de Cristo y la soledad de nuestra Madre. Vos más que nadie Madre querida, sabes lo que es el dolor de la muerte injusta, el dolor humillante de la cruz.

En cada Ave María aparecen los rostros desfigurados de pibes y pibas consumidos por la cruz de la droga, aparecen rostros demacrados por el hambre y la injusta repartición de bienes que hace crecer el número de los expulsados del sistema, aparecen rostros castigados por el trabajo infantil, por la explotación sexual o por el “muleo”. En cada uno de estos rostros, se transfigura el rostro de tu Hijo, Madre, porque él quiso ser solidario con todos los crucificados de la historia y resignificar el dolor de los últimos al no bajarse de la cruz, al no esquivar el dolor, aunque tuvo miedo y mucho. Vos, Madre, la incondicional, no te borraste tampoco… Solo vos sabes el dolor que atravesó tu corazón, y sin embargo, resististe a los pies de la cruz, resististe a abrazar a tu hijo asesinado. De tu corazón brotó fuerzas para resignificar lo que estabas viviendo, brotó fuerzas para no borrarte, brotó fuerzas para hacerte solidaria también con los crucificados de la historia y con tantas madres del dolor que luchan día a día por justicia, por claridad, por un mundo donde quepan todos los mundos, por un plato de comida para los changos de la barriada, por la construcción de una reino que es pueblo y se encarna desde los más pobres. ¡Gracias Madre del Dolor por tu ejemplo, porque tus lágrimas son fuerza y empuje para seguir andando!

Madre nuestra, Madre dolorosa, que cada Ave María nos encuentre trabajando por la construcción del Reino, que nos encuentre animándonos a la locura de amar hasta el extremo, luchando y animando las luchas de quienes pretenden un mundo más justo, más solidario, atravesado por el Evangelio y más lleno de Dios.


Emiliano

CULTURA DE BARRO





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