Corrientes
(Argentina): barrio Juan XXIII, avenida popular "Mendoza al sur",
sábado por la noche. Se escucha alguna que otra cumbiamba piola de fondo,
jóvenes efervescentes en motos o autos yendo a la previa del baile, algunos
señores ya pasados de "alegría" en la esquina del kiosco, la doña
prendiéndole la velita al altar de la virgencita de Itatí en vísperas de su
día. Metidos en un salón del Centro Educativo y Pastoral "Domingo y
Laura" (o conocida por el común de la gente como "la domingo y
laura") unos pibes y pibas, metidos viendo el documental "Ni un pibe
menos".
Este
documental cuenta la historia de Kevin, un niño de 9 años muerto por una bala
en la cabeza, producto de un enfrentamiento de bandas de narcotraficantes en
villa Zavaleta (Buenos Aires) pero también producto de la negligencia
institucional de las fuerzas armadas, la cuales liberaron la zona para que esto
pueda suceder, sin escrúpulos ni interrupciones, por nada más ni menos que ¡3 horas!
A su término, estas fueron las resonancias que compartieron, en este espacio
abierto y libre, los jóvenes del grupo juvenil Cristo Joven:
- Naila: "Me molestó mucho la actitud de
la policía, la falta de respeto, me molesta porque nosotros tenemos que darles
todo a ellos si nos paran en la calle -como mostrarles el documento- y ellos no
nos dan nada a nosotros y son los que deberían cuidarnos. Encima este problema
no pasa solo en esa villa, está pasando en todo el país, en todas las villas y
los barrios más pobres se están muriendo cada vez más pibes y eso no es algo
menor"
- Luquitas: "Como dice Naila, esto está
pasando en toda la Argentina, no es algo de la ficción ni de las películas,
nosotros lo vemos siempre. Lo que más me impresiona es la fortaleza y la fé de
la familia de Kevin, como a pesar de haber pasado muchos años no dejó de luchar
ni bajó los brazos nunca por su hijo"
- Miche: "Para mí no es que no nos dan
nada... En su trabajo ellos están arriesgando su vida. Aun así esto me deja
pensando muchas cosas..."
- Balma: "Lo que me quedó resonando es
que si bien se lucha porque los responsables de liberar la zona tengan una
condena porque fueron culpables, también me parece importante luchar contra el
narcotráfico, ya que el conflicto empezó entre dos bandas de narcos, entonces
se debería también pelear contra la droga que nos está matando a los pibes. Es
impresionante -como decía Luquitas- como la familia no se calló, como la
comunidad en sí se organizó y se hizo escuchar"
- Bicho: "A mí también me re impresionó
como los trataban los policías a las personas, como los pegaban, encima yo
quiero ser policía, me encantaría ser policía, pero eso sí, no quiero ser como
esos policías, porque eso depende de la actitud de cada uno y yo no quiero ser
así."
- Pablo: "Es emocionante el sentido de
pertenencia a la villa de las personas que viven ahí, ellos no se quieren ir de
ahí porque es su barrio y lo sienten como propio. Me pongo a pensar cuántas
veces más de uno de nosotros escuchó decir o dijo en tono despectivo y
denigrante: "aquél villero o aquella villera" y sin embargo ellos se
sienten orgullosos de ser villeros"
- Naila: "Si, además nadie es superior a
nadie porque todos somos seres humanos, nacer o vivir en una villa no te hace
menos digno o menos persona que otro".
- Carlos: "Y si, pasa que ahora porque
usás una capucha o una gorra ya te dicen que sos villero o chorro"
Todos
estos comentarios y sentidos expresados por estos pibes y estas pibas son la
muestra fiel del entramado socio-cultural y político que nos toca transitar, de esta coyuntura histórica que nos atraviesa
como comunidad barrial, vecinal, pastoral, como ciudadanos y ciudadanas, cómo
seres humanos esporádicos, pero no por eso inherentes o inmunes a todas estas
problemáticas tan complejas.
Hoy,
en el marco de una sociedad que cada vez se va sometiendo más a aquél
"acostumbramiento" del que nos hablaba el padre Mujica en su oración[i], nos tenemos que atrever a
esto: a no callar, a generar, posibilitar y animar espacios de discusión, de
encuentro, de debate, sin la presunción de que solo es mi idea la correcta y
descartar la del otro u otra que también vive como yo, que pisa el mismo barro
que yo, que también camina una utopía, también sueña y también se indigna y se
estremece ante las injusticias sociales.
Que
prime en nosotros la discusión política/pastoral en nuestras comunidades,
nuestros grupos juveniles y movimientos no sólo es necesario en los tiempos que
corren sino es vital e indispensable para no caer de lleno en el abismo sin fin
de una "pastoral sin olor a oveja". Es decir, para no caer en la idea
de que lo político, lo cultural y lo religioso son tres polos separados que no
concuerdan ni se entrelazan ni tienen que ver con nuestro laburo en el barrio.
Como
escribe José Piguillem (sacerdote del movimiento de curas tercermundistas) en
el libro "Buscando el reino"
de Marta Diana: "Al seguir a Jesús, el sacerdote hace una opción radical
por sus enseñanzas sobre la igualdad, la solidaridad, la paz y la fraternidad,
que son opciones políticas". Así
-y para terminar- no podemos dejar de esperar contra toda esperanza desde la
lógica del Reino por un mundo, un país, un barrio y una casa un cachito más
humanos. Esperamos lo imposible. Esperar sólo lo inmediato, lo que está al
alcance de nuestras manos, no es esperanza, es mero cálculo
Pablo Salinas
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