Durante el mes de enero, después
que terminábamos de cenar, varias veces nos quedábamos un rato tomando un
tecito y haciendo un poco de zapping entre distintos programas de noticias que
pasaban en la televisión. Me llamaba la atención qué, dados algunos hechos que
sucedieron en ese mes, los jóvenes –sobre todo los pertenecientes a sectores
más populares-, aparecían como centro de la escena de muchos de estos
programas.
El denominador común que se
repetía una y otra vez en el tratamiento mediático de esta temática era la
construcción de una mirada profundamente pesimista sobre la vida de los pibes y
las pibas: unas veces aparecían como culpables de complejas problemáticas
sociales, otras los presentaban como las personas que siempre hacían las cosas
mal y hasta pudimos escuchar a “respetados periodistas” calificando a la
juventud cómo generación perdida. En la misma sintonía, cómo todas las
calificaciones acerca de los jóvenes eras negativas, se presentaban a
continuación propuestas para “resolver” la aparente problemática de la juventud
perdida. Todas coincidían en una cosa: se trataba de propuestas centradas
alrededor del castigo, las lecciones ejemplificadoras y las propuestas
represivas como métodos educativos.
Mientras seguíamos haciendo
zapping e ¿informándonos?, iba constatando la total actualidad de una
afirmación que realiza una de las sociólogas de la juventud más reconocidas de
nuestro país: Mariana Chaves. Ella dice que en nuestro país la imagen que se
construye alrededor de los jóvenes, fundamentalmente en los medios de
comunicación, es la de “una “juventud que está negada o negativizada”[i].
Es decir se los presenta de dos formas: o no suman a la construcción de una
sociedad mejor, o construyen cada día una sociedad peor.
Ahora bien, también durante el
mes de enero tuve la posibilidad de compartir con muchísimos pibes y pibas de
nuestras obras salesianas que se encontraban animando diversas actividades en las vacaciones: oratorios de verano, colonias, campamentos, pre campamentos, vacaciones
comunitarias, días de pileta, tardes de deporte. Por lo tanto al mismo tiempo
que escuchaba estas noticias, me tocó contemplar:
- Pibes y pibas qué de lunes a viernes, mañana y tarde, ponían su vida a disposición de otros jóvenes animando colonias para pibes del oratorio.
- Pibas y pibes qué gastaron sus únicos días de vacaciones para animar un campamento, una semana de colonia, para ir a un retiro o a un encuentro formativo…y muchos que llegaron un domingo a la madrugada y el lunes ya arrancaron a laburar.
- Pibes y pibas que pasaron a descuento una semana de trabajo para animar, cuidar y acompañar a otros en distintas experiencias de verano.
- Pibas y pibes que durante muchos días no dormían más de cuatro horas para que otros más chicos puedan disfrutar de un paseo, un campamento, un acantonamiento, una experiencia de formación.
- Pibes y pibas que llevaban comida a la canasta pero terminaban almorzando galletitas con paté para que los más chicos puedan comer bien.
- Pibas y pibes que trabajaban ocho horas y salían volando para el Oratorio o el Batallón para dar una mano hasta entrada la noche.
- Pibes y pibas que resignaron salidas, días de playa o de pileta, aire acondicionado o juntadas con amigos para servir a los que más necesitan.
- Pibas y pibes sin voz y con mucho sueño por animar los juegos para que se diviertan los chicos y puedan pasar un lindo día.
- Pibes y pibas de no más de 25 años haciéndose cargo de otros 150…llevándolos de campamento a 1000 km de distancia, manejando responsable y criteriosamente mucho dinero, tomando decisiones importantes en relación a la vida de los pibes que animaban y cuidando a sus chicos como si fueran sus hijos…y a padres dejarlos ir con la confianza plena que genera el laburo de todo el año.
Difícilmente todo esto lo
encontremos en esos programas de televisión dónde la juventud es constantemente
“negada y negativizada”. Pero muchos y muchas de nosotros podemos palparlo en
nuestra cotidianeidad que intenta construir el Reino de Dios al estilo de Don
Bosco. Así como a mí me tocó contemplar con alegría todo esto, estoy seguro que
vos también pudiste hacerlo durante todo el verano. Por eso, frente a tantas
malas noticias, contemplar la presencia de Dios en tantos animadores y
animadoras que le ponen el cuerpo al cuidado de la vida de los más frágiles me
hacía resonar en el corazón la tan conocida canción de Fito Páez… ¿quién dijo
que todo está perdido? Con pibes y pibas así, claro que no lo está.
Mauro
CULTURA DE BARRO
[i] Chaves,
M. (2005). Juventud negada y negativizada: representaciones y formaciones
discursivas vigentes en la Argentina contemporánea. Disponible en: http://www.scielo.cl/scielo.php?pid=s0718-22362005000200002&script=sci_arttext.
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