jueves, 8 de diciembre de 2016

Animar(se)

Una vez más se termina el año y no puedo evitar mirar para atrás para analizar lo vivido: tantos cambios, tantos progresos, tanta energía y tanto esfuerzo. Pero uno que de conformista no tiene un pelo, no puede dejar ver errores, falencias y metas que quedaron sin cumplir. Pero igual se alegra , se regocija en lo vivido.

Pienso , en cuántas vidas pasaron por mis manos , y recuerdo cuantos ojos se aferraron a los míos, cuanto de mi invertí y cuanto más recibí a cambio. No puedo dejar de lado tantas personas que me recibieron, tantos abrazos sinceros, tantos “te quieros” improvisados, tanta calidez de familia en quien recién se presentaba, tanta confianza depositada, tanto amor recibido. Cuantos corazones  vi latiendo junto al mio, cuantas ideas compartidas, cuántas vidas transformando la mía… El sábado abrí el portón y mientras saludaba a los pibes que iban llegando, trataba de acordarme cómo eran al comenzar el año, con animadores nuevos  y estructuras desconocidas.

Y vi a Angela, de 3 años , que en marzo no hablaba, no saludab , ni siquiera me miraba, no quería jugar  a nada; solo se aferraba a las manos de sus primos que la llaman “ la bebe” y se la pasan como un muñeco. Y la vi entrar corriendo al patio y la vi venir a darme un beso , y la vi agarrar un aro y mostrarme como jugaba; y la vi prestarme atención en una consigna, y la vi pedirme lápices para dibujar, sola. Y sonreí.

Volví a mirar el patio, reconociendo quienes venían desde el principio y vi a las mellis (Belen y Natasha)  que van a catequesis, y no se llevaban mucho con los otros chicos del barrio:  no les interesaba y ni sabían los nombres de ellos Las vi charlando con Celeste y Valeria , las preadolescentes del oratorio a las que les cuesta concentrarse e involucrarse de lleno en las actividades sin pelearse o maltratarse. Las miré, prestándole atención a sus códigos , se reían y charlaban juntas. Y sonreí.

Seguí mirando , esta vez recordando sábados y vi a Saul (Esteban) jugando al basquet en un aro del patio, con mucho ánimo, queriendo superarse; ya no molestando a otros chicos que querían jugar, ni sacándoles la pelota para tirar solo, si no compartiendo alegre. Vi su pelota rebotar y golpear a una nena que jugaba al costado y lo vi correr a pedirle perdón, ya no a reírse de la desgracia, si no a comprender que el otro también sufre. Y sonreí. 

Cerré los ojos y vi a Cielo cantando enérgicamente el “rap de la bendición” para todos los otros chicos y vi a Aimara bailando el “aceite de cocodrilo” para que el resto la imitara y vi a Rodrigo queriendo servir la merienda y vi a Priscila hablando de “hacer felices a los demás” y vi a Morena ayudando a lavar las tazas y vi a Guadalupe disfrazarse de princesa y vi a Jeremías repartir el jabón para lavarse las manos…

Los vi y me conmoví. Con verlos correr por la villa Don Bosco, con verlos escuchar un cuento con atención, con verlos hacer un denario y entender su significado, con ver ese gran mural que colorea el patio, con ver esa bandera colgada con sus manos, con verlos agradecer, con verlos acompañarnos por el barrio, con verlos protegernos siempre…con verlos crecer cada sábado un poco más.

En marzo vi un equipo, jóvenes comprometidos que se juntaban a pensar en los pibes, Hoy siento una COMUNIDAD: jóvenes que comparten la vida, que transforman y se dejan transformar, que se brindan desde el alma, que se forman y comparten el saber, que buscan responder a la necesidad urgente, que empiezan el lunes pensando en el sábado, que sueñan y proyectan, que dan su vida, su energía y su tiempo por amor a cada chico/a, por amor a educar, por amor a cambiar la realidad, por construir el Reino. Esa es entonces la definición del ser animador ( no solo animar de “ánimo”, sino de animarse,  ir y salir a la calle, volver al barro).

Salgo un rato de mi cuerpo y me miro desde arriba, para analizar y concluir lo que ya me suponía, no podría estar en un lugar mejor. Y acá donde estoy soy feliz , en medio de ellos. Y no puedo dejar de sonreír, de saberme bendecida, de estar cumpliendo un sueño, un pequeño sueño mío , un gran sueño de alguien más.

Sol Vales




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