lunes, 21 de noviembre de 2016

Había sido que no estaba tan lejos.

Hace mucho que me anda dando vueltas en mi cabeza una idea, una cuestión: ¿para qué están los santos? ¿Por qué se los considera como tales? La primer respuesta que se me viene a la cabeza es que están para ayudarnos a imitar a Jesús en nuestra experiencia de vida, porque ellos fueron eso: una imitación de Jesús, de cómo vivió y obró. En su momento nuestro papa eméritoBenedicto XVI nos lo explicó así:«El luminoso ejemplo de los santos despierta en nosotros el gran deseo de ser como ellos, felices de vivir junto a Dios, en su Luz, en la gran familia de los amigos de Dios. Ser santo significa vivir en la cercanía de Dios, vivir en su familia.”

Al leer estas líneas, se me viene a la cabeza Don Bosco, un gran santo que verdaderamente supo imitar a Jesús. Hay veces que nosotros, como animadores salesianos, conocemos muchas cosas de Don Bosco y hablamos mucho sobre él pero dejamos de lado lo más importante: imitar a Jesús. Tomemos la figura de Don Bosco, describámoslo con todas sus características, ideas, valores, siempre pensando que lo que él hizo lo hacía “imitando a Jesús”. Sabemos muy bien que Don Bosco vio la realidad de los jóvenes de su época y se puso la misión de poder cambiarla con una gran propuesta educativa para esos jóvenes excluidos de la sociedad, aquellos que, para el sistema, no funcionan. Se dio la tarea de hacer del Reino de Dios un patio, una escuela, una casa; lo hizo oratorio en una verdadera propuesta para transformar la realidad.

Don Bosco les mostró otra manera de vivir. Sabemos bien que él lo hacía imitando a Jesús, quien también miró la realidad de su tiempo e hizo una propuesta para transformarla. Hay veces que nos quedamos solamente con el aspecto más romántico de Jesús, pero si nos ponemos a reflexionar un poco más, vemos que Jesús presentó la propuesta del Reino, que también implica un cambio rotundo en la manera de mirar la realidad.

La propuesta de Don Bosco encuentra su fundamento en el mismo Jesús y en su manera de entender la vida y el mundo. Recordemos ese pasaje de la Biblia donde defiende a una prostituta; allí mismo podemos ver el gran amor que tenía hacia las personas que quedaban excluidas de la sociedad; el mismo amor que Don Bosco quiso dar a sus pibes. También recordemos las distintas parábolas de Jesúspara que la gente sencilla pudiera entender la propuesta de Tata Dios: ¿no nos recuerda a las buenas tardes de Don Bosco?

Por eso creo que nosotros, los animadores, al estar con los pibes, al intentar de alguna forma darnos a ellos, dar nuestro tiempo, elegir este compromiso de construir el Reino cambiando su realidad desde nuestro apostolado, imitamos a Don Bosco y al mismo tiempo imitamos a Jesús, porque ellos también nos amaron y nos enseñaron a amar a cada pibe y piba que se cruza en tu camino, que se encuentra en cada esquina, que llevan una historia debajo de esa gorra. Ellos nos enseñaron a dejar todo en la cancha en cada actividad pastoral, al compartir un simple mate, al darle un abrazo a ese joven que cayó al patio con sus preocupaciones. ¿Cuántas veces Jesús y Don Bosco contuvieron a sus personas amadas?Jesús lo hacía con sus amigos, Don Bosco lo hacía con cada joven que llegaba a Valdocco y así con cualquiera que, por alguna casualidad, se lo encontraba y necesitaba de un oído.

Vos, animador, estas imitando a Jesús en cada sonrisa, en cada canto de animación. Recordá que tanto Jesús y Don Bosco fueron en contra de la corriente que, en ese momento, proponía la sociedad. ¿Quién se iba a juntar con los pibes de la cárcel? ¿Quién iba a juntarse con leprosos o con unos pobres pescadores?Vos, animador,también vas en contra de la corriente amando a esos pibes y pibas que animás, que son los que quedaron excluidos, a los que la sociedad les mira con poco valor, y vos ves lo bueno que hay en cada uno de ellos, pisando el barro de lo cotidiano.

Con esta idea entenderemos que no hay que hacer cosas extraordinarias para alcanzar la santidad porque en realidad estámás cerca de lo que pensamos. A veces creemos que para ser santos tenemos que ser perfectos y que es una realidad inalcanzable. Una vez máslo explica Benedicto:"Los santos no son personas que nunca han cometido errores o pecados, sino quienes se arrepienten (porque pecaron) y se reconcilian. Por tanto, también entre los santos se dan contrastes, discordias, controversias. Son hombres como nosotros, con problemas complicados. La santidad crece con la capacidad de conversión, de arrepentimiento, de disponibilidad para volver a comenzar, y sobre todo con la capacidad de reconciliación y de perdón. Y todos podemos aprender este camino de santidad” ¡¡¡¡Anímate!!!!



Leonardo.


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