lunes, 19 de diciembre de 2016

Adviento y Navidad... Una catequesis de la abuela

Estamos atravesando el final del tiempo de Adviento, tiempo de preparación y espera para el nacimiento de Jesús, tiempo de espera para un verdadero acontecimiento liberador y salvador. Tiempo lindo, pero a su vez, tiempo complejo, porque muchas cosas nos distraen y nos sacan del verdadero centro.

Llegando a final de año vienen los exámenes, terminar la escuela, armar el arbolito, el pesebre, preparar las cosas para las grandes fiestas del 24 y el 31, el cansancio luego de un año movido, terminar el laburo con todo, salir a hacer las compras, entre otras cosas que nos distraen la atención durante el fin de este tiempo privilegiado para centrar el corazón en Dios.

Tomando unos mates con la abuela, compartíamos acerca del cierre de año y nunca me imaginé que me iba a regalar semejante catequesis… Decía algo más o menos así…

- Se pasó volando el año, parece mentira…

- La verdad que sí abuela, no puedo creer que ya estamos armando el arbolito, y cuando nos damos cuenta hay que ponerse a guardar todo.

- Si, yo este año no tengo ganas de armar nada... – dice con cara de cansada y se dispone a seguir explicando – Antes en casa se mataban armando el pesebre, toda una pieza armaban, llenaban de cosas, vos vieras… Ponían tierra, maderas, piedra, todo con desniveles, ¡media pieza de pesebre hacían! Quedaban re cansados cuando terminaban imagínate…

- Uh, que bárbaro, ¡qué bueno que debe haber estado!

- Si, pero yo no, mira si voy a armar tanto y quedar después toda cansada como terminaban, más vale me iba a visitar a los pobres para navidad… Íbamos con tu abuelo y visitábamos el barrio… 

En ese momento me desconecté de la charla que continuó y con más detalles… La abuela con su sabiduría de atravesar toda una vida le dio en la tecla. 

Diciembre es un mes que se trae mil distracciones, y sin embargo, supo entender el centro de esta fiesta, que no pasa por el arbolito ni por el pesebre de yeso bien adornado e iluminado. Navidad es recordar que Dios elije bajar en pañales a abrazar la humanidad, pero no desde un castillo y los privilegios de un rey, sino que elije hacerse hombre entre los pobres, entre los últimos. Sin dudas que nada tiene que ver este Dios con el de las películas, con el que esperaban en ese tiempo, con el que tanto se fabrica hoy mediante espiritualidades del llame ya o con los pies en el aire.

Dios mismo elije hacerse pobre, y desde ese momento, el pobre es sacramento de Dios… ¿Qué mejor pesebre viviente que salir al mismísimo encuentro de Dios que está entre los pobres?

Si Dios eligió la barriada, eligió un rancho, eligió nacer entre los ninguneados de ese tiempo, ¿por qué no salir al encuentro de ese Dios en este tiempo de adviento?, ¿por qué no poner las manos y los pies en marcha para que este 24 todos puedan festejar dignamente la venida del Señor?, ¿por qué no ablandar el corazón y salir al encuentro de los últimos para poder dignamente celebrar la navidad?

Adviento es tiempo de espera y de preparación… Ojalá podamos comprender que Dios se hace sacramento entre los pobres… Él no quiere la pobreza, no quiere la desigualdad, no quiere la injusticia, Él quiere vida digna para todos. Pero justamente porque existen hoy en día personas expulsadas de este sistema, Dios las abraza y las convierte en “puentes vivos”, en sacramentos, en signos visibles de la presencia de Él mismo. 

Ojalá la navidad nos encuentre atentos y despiertos, para captar a Dios que nace en la barriada y desde allí nos desafía… Podemos hacernos los desentendidos y reducir la navidad a una misa, un par de turrones y una sidra, o podemos animarnos, pedir fuerzas, y salir al encuentro de Dios que nace en la barriada, entre el mal olor, en la clandestinidad y perseguido, para comprometernos día a día en una vida digna de ser vividas para todos.


Emiliano

CULTURA DE BARRO





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