domingo, 31 de enero de 2016

¡Ayudanos a ser como Vos!

En un nuevo aniversario de la muerte-VIDA-nacimiento de Don Bosco, donde toda la Iglesia lo recuerda y celebra como Padre y Maestro de la juventud, queremos compartir una sencilla oración que brota de la visita de Juan a las cárceles, narrada por él mismo en las Memorias del Oratorio de San Francisco de Sales[1].

Don Cafasso, que ya desde hacía seis años me orientaba, fue ante todo mi director espiritual, y si he hecho algún bien, se lo debo a este excelente sacerdote, pues desde el comienzo puse en sus manos todas las decisiones, los problemas y las realizaciones de mi vida.
Lo primero que hizo fue llevarme a las cárceles, en donde pude conocer qué enorme es la malicia y la miseria de los hombres. Me sentí horrorizado al ver esa cantidad de muchachos, de doce a dieciocho años, sanos, robustos, inteligentes, que estaban allí ociosos, roídos por los insectos y faltos en absoluto del alimento espiritual y material. Estaban personificados en estos infelices la vergüenza de la patria, el deshonor de la familia y su propio envilecimiento.

Papá Don Bosco, ¡que atenta y que profunda es tu mirada! 

Ayudanos a crecer en esta mirada pastoral llena de compasión, que es capaz de mirar en primer lugar lo positivo de los pibes y de las pibas, que mira lo bueno que hay en cada uno, que sabe detectar la cuerda de bien…

Ayudanos a tener una mirada profunda de la realidad, donde no nos quedemos con el envoltorio, el prejuicio, la apariencia… 

Ayudanos a mirar más allá de la gorra, de los aros, de los tatuajes, entre otras cosas, con la certeza de saber que entre los últimos y los insignificantes se esconde Dios…

Ayudanos a entender que las cárceles de hoy son nuestra misión, pero también ayudanos a no quedarnos indiferentes ante la cárcel de las drogas que matan, del delito, del sin sentido para la vida, de la prostitución y la trata de personas, del analfabetismo, de la corrupción, de la desigualdad de oportunidades…

Ayudanos a mirar en esos que son “la vergüenza de la patria, el deshonor de la familia”, nuestros destinatarios preferenciales, tus preferidos, tus amigos más queridos. No nos dejes pactar con discursos simplistas y estigmas, danos tu mirada profunda por favor…

Pero qué sorpresa y asombro constatar que muchos de ellos salían de ese antro con el propósito firme de cambiar su vida y, sin embargo, reincidían fatalmente en los mismos lugares de reclusión que pocos días antes habían abandonado.

Papá Don Bosco, ¡que grande se hizo tu confianza!

Ayudanos a comprender que Jesús nos regaló la parábola del sembrador y no la del cosechero. Gracias por poner el acento en la siembra confiada y no en la cosecha asegurada. Tu vida está llena de inclemencias, de golpes, y sin embargo te la bancaste por amor a Jesús y por la plena confianza que tenías en su abrazo…

Ayudanos también a superar las dificultades que van apareciendo, los desánimos, los “siempre se hizo así”, los miedos, las reincidencia de muchos de nuestros pibes y pibas, la resistencia de aquellos a los que nos cuesta llegar. Danos la gracia de no desalentarnos y aprender a resignificar nuestros dolores desde tu presencia como Centro, sabiéndonos sembradores e instrumentos como lo fue papá Don Bosco…

Constaté, así mismo, en esas ocasiones, que las recaídas de muchos se debían a que estaban completamente abandonados. Fue cuando me pregunté: y si estos chicos allá afuera tuvieran un amigo que se interesara por su bien, los acompañara y los instruyera en la religión durante los días festivos, ¿no se reduciría al número de los que vuelven a la cárcel?

Papá Don Bosco, ¡gracias por ser amigo!

Ayudanos a sensibilizarnos ante el abandono, ante las situaciones de muerte, ante la explotación de los pibes y las pibas, ante la estigmatización de los jóvenes…

Ayudanos a no acostumbrarnos ni resignarnos a ver y palpar el dolor, danos la claridad para poder reconocer aquellas situaciones de muerte y opresión a las que son sometidos nuestros pibes y pibas…

Ayudanos a ser el amigo que acompaña, que sostiene, que hace el aguante, que siempre está, que busca lo mejor para el otro sin esperar nada a cambio, confiando en que Jesús es el Amigo con mayúsculas…

Ayudanos a generar dentro de nuestros grupos, movimientos, oratorios, patios y casas, ambientes y espacios llenos de vida, de propuestas educativas, propuestas dignificantes, donde cada joven que entre se sienta parte y sienta que vale la pena estar presente. 

Ayudanos a cuidar a las personas con quienes tratamos, a que realmente puedan sentirse amadas, puedan sentirse dignas…

Ayudanos a recuperar ese “afuera”, ayudanos a salir, a desestabilizarnos, a romper nuestros esquemas bien calculados donde jugamos solamente de local, a romper las seguridades, para abrazar la novedad y lo desafiante, para comprender que las calles, la canchita del baldío, la plaza, la esquina, el kiosco del barrio, pueden transformarse en el oratorio, ¡ahí nació el oratorio! 

Le comuniqué mi pensamiento al P.Cafasso y con ayuda de sus indicaciones y consejos me puse a ver la manera de llevarlo a cabo, poniendo en las manos del Señor los resultados, ya que sin Él todos los esfuerzos humanos son inútiles.

Papá Don Bosco, ¡tú corazón de padre está lleno de Dios!

Ayudanos a soltarnos un poco y salir de nuestros escritorios para poder pisar el barro, salir de nuestras megaplanificaciones y megaproyectos para entrar en el misterio de la vida del otro que no se juega en un papel…

Ayudanos a poner manos a la obra y comprometernos con la construcción activa del Reino que se gesta entre los más pobres y los últimos…

Ayudanos a tener siempre como centro al Centro, ya que si lo perdemos, todos nuestros esfuerzos quedan a media, todo el camino que nos mostraste queda trunco…

Ayudanos a comprender que Jesús está presente en la Eucaristía, pero que para vos también, un sagrario vivo para arrodillarte y contemplar, eran los pibes y las pibas más pobres, los “peores” a los ojos del resto que no te entendía…

Ayudanos a ser cada día mejores hijos tuyos y mejores hijos de Dios, ¡ayudanos a ser santos para nuestros pibes y desde nuestros pibes! 

¡Gracias Señor por el regalo de la vida de Don Bosco en nuestras vidas! 

¡Gracias por mostrarnos en él, un camino para poder ser santos si nos atrevemos a embarrarnos y encontrarte acá abajo!

¡Feliz día de San Juan Bosco, padre, maestro, hermano, amigo de los jóvenes! 




Emiliano

CULTURA DE BARRO









[1] BOSCO Juan (2008), Memorias del Oratorio de San Francisco de Sales, Rosario: Didascalia, Nº 39, p. 118.

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