Los comienzos de año suele tener
esa incertidumbre por lo nuevo que vendrá. Si bien muchas cosas van
“repitiéndose”, la vida se renueva y, en ella, resplandecen nuevos horizontes
por donde Dios nos va llevando.
Si te animas, te invito a hacer
un poco de memoria… Recordar no hace
mal, no es a modo de nostalgia que sostiene que “todo tiempo pasado fue mejor”;
sino más bien es un mirar agradecido
aquellos senderos por los que caminamos ¿Vamos?
De seguro hubo un momento en que la palabra animación dejo de
ser para vos algo lejano o que solo refería a fiestas infantiles, entre otras
cosas… ¿Te acordas más o menos de que época te hablo? Capaz fue hace mucho,
capaz no... Pero sabemos que de ese momento nuestra vida dio un giro
importante, porque ya no estábamos en el mismo lugar. Unos cuantos pibes y
pibas nos miraban poniendo sus ilusiones en lo que nosotros podríamos llegar a
decir o hacer.
De seguro arrancar no fue
fácil, con el tiempo agarramos confianza
y como quien dice fuimos “soltándonos”; y ese “soltarse” implico que “animar” pase a tener un lugar muy
importante en nuestras vidas. Pero, ¿por qué tanta importancia? Porque
descubrimos que…
Animar es nuestra forma de serle fieles al llamado de Dios…
Es aportar a la construcción del
Reino…
Es nuestra forma de ser Iglesia…
Es compartir la vida con todos y
cada uno…
Es arriesgarse a lo desconocido
que se encuentra en el fondo de cada historia…
Es tener la certeza de que todo
se redime…
Es entrega desinteresada, hasta
el cansancio…
Sin dudas, Animar es amar.
Y en este camino, muchos se van
sumando. Otros, como nosotros en su momento,
van desenterrando la palabra animar y,
de a poco, van poniéndola en su cotidianeidad. ¡Nunca nos olvidemos de lo
indefensos que nos sentíamos en aquel tiempo!
Acompañemos al hermano/a que se suma. Claro es más fácil quedarnos en
nuestras seguridades, en nuestra zona de confort; pero tenemos que tener la
real certeza de que ese pibe o piba, también es un hermano/a que Dios me regala
para amar. ¡No nos dejemos ganar por el egoísmo! ¡No cedamos ante el “hablar
por hablar”! Somos humanos y tenemos
errores claro, pero es nuestro deber asumirlos y juntos forjar una comunidad
donde se refleje aquella primer comunidad cristiana (Hch. 2, 42-47).
Siempre pongamos todos nuestros
anhelos y preocupaciones ante la serena y silenciosa presencia de la
Auxiliadora pero sobre todo, pongámonos ante su presencia, para que sea Ella
quien interceda y así Dios pueda hacer fecunda nuestra vida.
Para seguir reflexionando...
¿Te preguntaste cuáles son tus motivaciones?
Aquí una reflexión que siempre se vuelve necesaria:http://culturadebarro.blogspot.com.ar/2015/02/que-es-lo-que-me-motiva-seguir-animando.html
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