martes, 9 de febrero de 2016

Animar, siempre animar...

Los comienzos de año suele tener esa incertidumbre por lo nuevo que vendrá. Si bien muchas cosas van “repitiéndose”, la vida se renueva y, en ella, resplandecen nuevos horizontes por donde Dios nos va llevando.  
Si te animas, te invito a hacer un poco de memoria… Recordar  no hace mal, no es a modo de nostalgia que sostiene que “todo tiempo pasado fue mejor”; sino más bien es  un mirar agradecido aquellos senderos por los que caminamos ¿Vamos?
De seguro hubo un  momento en que la palabra animación dejo de ser para vos algo lejano o que solo refería a fiestas infantiles, entre otras cosas… ¿Te acordas más o menos de que época te hablo? Capaz fue hace mucho, capaz no... Pero sabemos que de ese momento nuestra vida dio un giro importante, porque ya no estábamos en el mismo lugar. Unos cuantos pibes y pibas nos miraban poniendo sus ilusiones en lo que nosotros podríamos llegar a decir o hacer.
De seguro arrancar no fue fácil,  con el tiempo agarramos confianza y como quien dice fuimos “soltándonos”; y ese “soltarse” implico que “animar” pase a tener un lugar muy importante en nuestras vidas. Pero, ¿por qué tanta importancia? Porque descubrimos que…
Animar es nuestra forma de serle fieles al llamado de Dios…
Es aportar a la construcción del Reino…
Es nuestra forma de ser Iglesia…
Es compartir la vida con todos y cada uno…
Es arriesgarse a lo desconocido que se encuentra en el fondo de cada historia…
Es tener la certeza de que todo se redime…
Es entrega desinteresada, hasta el cansancio…
Sin dudas, Animar es amar.
Y en este camino, muchos se van sumando. Otros, como nosotros en su momento,  van desenterrando la palabra animar y, de a poco, van poniéndola en su cotidianeidad. ¡Nunca nos olvidemos de lo indefensos que nos sentíamos en aquel tiempo!  Acompañemos al hermano/a que se suma. Claro es más fácil quedarnos en nuestras seguridades, en nuestra zona de confort; pero tenemos que tener la real certeza de que ese pibe o piba, también es un hermano/a que Dios me regala para amar. ¡No nos dejemos ganar por el egoísmo! ¡No cedamos ante el “hablar por hablar”!  Somos humanos y tenemos errores claro, pero es nuestro deber asumirlos y juntos forjar una comunidad donde se refleje aquella primer comunidad cristiana (Hch. 2, 42-47).
Siempre pongamos todos nuestros anhelos y preocupaciones ante la serena y silenciosa presencia de la Auxiliadora pero sobre todo, pongámonos ante su presencia, para que sea Ella quien interceda y así Dios pueda hacer fecunda nuestra vida.


Para seguir reflexionando...
¿Te preguntaste cuáles son tus motivaciones? Aquí una reflexión que siempre se vuelve necesaria:http://culturadebarro.blogspot.com.ar/2015/02/que-es-lo-que-me-motiva-seguir-animando.html




CULTURA DE BARRO



No hay comentarios.:

Publicar un comentario