lunes, 9 de noviembre de 2015

En busca del Centro - ¿Y las periferias?

En esta serie de búsquedas del Centro, aparece hoy con fuerza una pregunta un poco incómoda: “mucho Centro, mucho Centro, ¿y las periferias para cuándo?”… Sin dudas que las palabras del Papa Francisco calan hondo, y es una alegría que así sea. Ante esta pregunta incómoda, nos animamos a pensar algunas respuestas.

En primer lugar decimos que es una pregunta incómoda. Las periferias por definición, son aquellos lugares, que quedan alrededor nuestro si nos paramos en el centro. Son incómodas porque quedan a trasmano, hay que ir hacia ellas, generalmente hacia allí se desplaza todo lo que “no es digno”, “no cabe”, “no entra”, “no corresponde”, en el centro. Yo estoy acá, la periferia allá.
Entonces este movimiento de “ir hacia las periferias”, exige salir de este lugar e ir hacia “ese lugar”, exige una renuncia a “mi lugar”, implica salirme del centro. Además, es enfrentarme con lo no conocido, lo inseguro, es ir a jugar de visitante, es novedad. 

A esta idea, le sigue que si es una pregunta incómoda, la respuesta también es incómoda. Ir tras las periferias exige una gran renuncia, a las costumbres, el lugar, los esquemas bien armaditos, la comodidad, la rutina, entre otras cosas que se desestabilizan con el moverse desde el centro hacia “afuera”.

¿Y qué tiene que ver todo esto con el Papa Francisco, la pregunta del principio, y la búsqueda del Centro? Intentemos hacerle la pregunta a Jesús y veamos que pase nos tira:

En aquel momento los discípulos se acercaron a Jesús para preguntarle: “¿Quién es el más grande en el Reino de los Cielos?”. Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y dijo: “Les aseguro que si ustedes no cambian o no se hacen como niños, no entrarán en el Reino de los Cielos. Por lo tanto, el que se haga pequeño como este niño, será el más grande en el Reino de los Cielos. El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí mismo” (Mt. 18, 1-5).

Sin dudas que el mensaje de Jesús siempre es claro, contundente e incómodo también. Por eso intentaremos desde su praxis sacar algunas conclusiones que nos permitan aproximarnos a la pregunta que nos hicimos al principio.

Podemos imaginarnos la escena. Por un lado, Jesús parado y hablando, los discípulos en ronda escuchando y cuestionando atentamente. Alrededor de esta improvisada reunión, pibas y pibes jugando al fútbol, a las escondidas, haciendo un poco de ruido.

Una pregunta detiene y congela la escena. No es menor la respuesta. Ante la expectativa Jesús le chifla a uno de los pibes, lo llama cual director técnico, lo abraza y lo pone en el medio de la ronda, lo pone en el centro. El Centro, pone al pibe en el centro. Si el centro lo ocupa el pibe, los discípulos que están alrededor, se vuelven periferia. 

Sin dudas que los discípulos deben haber quedado como GPS desorientado: “recalculando”. ¿Cómo puede ser que el centro lo ocupe un niño? Basta pensar que en esa época, las mujeres y los niños no eran tan tenidos en cuenta, pertenecían al grupo de los más pobres y débiles. 

Jesús, para colmo, afirma la necesidad de hacerse pequeños y humildes como niños para entrar al Reino de los Cielos. Jesús trae lo más pobre y débil al centro, hace de las periferias el centro, hace de las periferias un lugar de encuentro con el Centro.

Pensando en los apostolados, podemos ver algunas consecuencias de este desafío que nos plantea Jesús: salirnos del centro y volvernos periferias, para que en el centro, irrumpan las periferias y se vuelvan Centro.

Podemos preguntarnos: ¿cuáles son las periferias de nuestro apostolado?, ¿qué nos impide acercarnos a ellas?, ¿estamos comprometidos con los más pobres y los más débiles?, ¿qué lugar ocupan en nuestras reflexiones, búsquedas, formaciones, entre otras cosas, las periferias?

Muchas veces el encerrarnos en nuestras seguridades, en nuestros esquemas bien armados y cuidados, en preocuparnos por que todo salga de tal o cual manera, que cada uno haga lo que le toca en tiempo y forma, nos vamos olvidando de estos pibes que jugaban alrededor de Jesús y sus discípulos. Nos hacemos autorreferentes y Jesús rompe con esto, poniendo a la periferia en el centro, poniendo a los pibes más pobres y débiles en el centro.

Quizás el desafío sea hacer de las periferias un centro, para poder encontrarnos con el Centro, que nos espera en las periferias. Salir del centro para ir hacia el Centro. Hacer de las periferias un encuentro con el Centro.


Para seguir buscando:
  • ¿Qué cosas nos sacan del Centro?, ¿qué cosas nos alejan de las periferias?, ¿de qué manera podemos hacer que las periferias se vuelvan el Centro? 
  • ¿Qué lugar ocupa en nuestro apostolado la búsqueda de las periferias, conscientes de que allí nos espera Jesús?

Emiliano

CULTURA DE BARRO




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