Cuando elegimos un fragmento de la Evangelii Gaudium que guíe nuestras reflexiones en torno a la semana santa, buscamos el N° 24 por su contenido significativo, por sus palabras que alientan al encuentro. El título que lleva dicho párrafo dice: primerear, involucrarse, acompañar, fructificar y festejar. ¿Qué tendrá que ver con la resurrección?, veremos si algo nos puede decir.
Una escena conocida luego de la muerte de Jesús, es el encuentro que Él mantiene con los “discípulos de Emaús” (Lc. 24, 13-25 ¡es un buen tiempo para leerlo!). Estos, aterrados por el asesinato injusto de Jesús, escapan huyendo de Jerusalén. En el camino, Jesús los ve y los primerea, se acerca, toma parte en el sufrimiento de ellos, se preocupa, les consulta sobre sus preocupaciones, en definitiva, se involucra y les explica las escrituras.
Sale al encuentro y no se preocupa por el tiempo, por sus obligaciones, entre otras cosas, sino que se dispone a hacerse compañero de camino, acompaña este momento de dolor. Pero su caminar con ellos no es estéril, tarde o temprano produce frutos. Bastó sentarse a partir y compartir el pan, para que los ojos de los discípulos se transformen, para que el corazón se ablande y pudieran reconocer a Jesús. Su estar con ellos dio frutos.
Imaginemos la reacción de ellos, seguramente fundidos en un abrazo, exaltados ante semejante gozo al experimentar la presencia del Señor, que ellos mismos lloraron y dieron por muerto. Sus vidas se hacen fiesta (¿¡no ardía acaso nuestro corazón!?), y festejar, de ahora en más, es salir corriendo a anunciar, volver a Jerusalén, contarles a todos que Jesús está vivo, que el Reino de Dios no está en ruinas.
La muerte de Jesús, por más romántica y espiritual que la pintemos, fue una muerte horrible, la peor de todas, la más dolorosa y deshumanizante. Pero no muere solo Él en la cruz, los clavos que le imponen y la corona de espina, matan también su mensaje, sus acciones, sus curaciones, sus gestos de amor, su opción por los más pobres, por las prostitutas, por los últimos. ¿Puede dejar Dios que todo esto muera? Por cómo se dieron los hechos, la respuesta es no.
Si la muerte hubiese tenido la última palabra, quien sabe de qué estaríamos hablando hoy, si la muerte hubiese vencido a la vida, nadie hablaría hoy del Dios de la Vida. Dios hace que la Vida tenga la última palabra, que venza a la muerte, y confirma su predilección por todos los crucificados de la historia al resucitar a Jesús, al darle una vida nueva, la plenitud de la vida.
Jesús resucitó, murió por defender con coherencia su mensaje y resucitó para que el mismo sea coherente hasta el final; sus promesas de un nuevo Reino de amor, justicia y esperanza para los últimos son ciertas, están aquí. Es Pascua, Jesús resucitó, su mensaje es cierto.
¿Cuántas veces también nosotros sentimos que ante el “fracaso”, muere nuestro mensaje, nuestro apostolado, nuestras ideas, nuestra fe, nuestros sueños y proyectos? ¿Podemos salir corriendo y olvidarnos de todo así nomás? Corramos si queremos y huyamos, pero que ese lugar de fuga sea Emaús, lugar de consuelo, ánimo, esperanza y misión renovada.
Hoy, debemos nosotros también asumir este acontecimiento pascual de salvación, hacer nuestro el compromiso de salir al encuentro de los crucificados de hoy, para bajarlos de la cruz, para que puedan encontrarse con la Vida. Basta pensar en las cruces impuestas a los jóvenes de hoy: la droga, el analfabetismo, leyes para privarlos de la libertad, falta de oportunidades, poco trabajo, incomprensión de los adultos, hambre, entre otras.
Al igual que Jesús con los discípulos de Emaús, la Pascua debe empujarnos a hacernos conscientes de lo que implica este misterio de la resurrección que confirma la necesidad de imitar y vivir los gestos concretos de amor que el Señor tuvo con su gente.
¡Gracias Dios de la Vida por hacerte solidario con todos los crucificados de la historia!
¡Gracias Dios de la Vida por ser coherente hasta el final!
¡Gracias Dios de la Vida por mostrarnos que a la cruz y al dolor, le sobreviene la Vida y la resurrección!
¡Gracias Dios de la Vida por mostrar que la última palabra no la tiene la muerte!
¡Feliz Pascua de Resurrección!
Emiliano
CULTURA DE BARRO
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