“Habitualmente tenemos miedo a salir del centro.”
Quedarnos
en nosotros mismos es lo cómodo, lo fácil, lo inmóvil. Lo difícil, y lo que nos
da miedo, es ponernos en movimiento, atrevernos a abandonar nuestros egoísmos y
salir al encuentro de aquel que nos necesita. Descubrir que en ese encuentro
existe el empujón que necesitamos para salir, es lo esencial, y lo que nos muestra
el sentido de nuestra misión.
“No podemos quedarnos enclaustrados (...) cuando tantas
personas están esperando el Evangelio.”
Basta con salir a las calles, caminar
los barrios, y observar a los pibes que encontramos a diario para darnos cuenta
quiénes aún están esperando a alguien que se acerque, sin miedos, y les muestre a
ese Cristo... del que quizás alguna vez escucharon, pero nunca con los pies
embarrados y los brazos arremangados, como el que conocemos nosotros, en cada uno de
nuestros apostolados.
“Quien transmite la alegría de la fe recibe más alegría.”
No
existe en el mundo algo más contagioso que la alegría, y la alegría de creer y
confiar en alguien, más aún. La felicidad afirmada en la fe, nuestra fe,
también se transmite y genera ese "efecto contagio". Y lo lindo de esto es que es de ida y
vuelta… ¿quién no se siente mimado por Dios al anunciar la alegría de su
Evangelio (desde la Palabra o con gestos) a quien lo necesita?
Melina
CULTURA DE BARRO
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