Recuerdo
las incontable veces que me sorprendí al darme cuenta que estaba rodeado de
gurises. Otras veces me encontraba solo y de repente, como por arte de magia,
apareció algún compañero que estaba “a la vuelta”. Muchas otras, recuerdo haber
estado horas y horas con un buen amigo o amiga hablando de la vida o
simplemente “perdiendo el tiempo”.
También
vienen a la mente las largas horas de soledad, silencio y reflexión, interrumpidas,
quizás, por un encuentro repentino y una propuesta sencilla, o quizás por un
“ir hacia” para encontrarnos y llevarte
un regalo.
Todos
estos momentos tenían algo en común. En todos había una constante. Cuando de
repente me veía rodeado por una banda de botijas fue porque aquellos venían a
sumarse a la ronda del mate, o tal vez para algo más. Cuando, repentinamente, algún compañero de “la vuelta” se acercaba y me saludaba, era porque
buscaba un mate pa´calentar, o tal vez por algo más. Cuando las horas pasaron y
el tiempo se perdió, fue porque “hacía tiempo que no nos tomamos unos mates”, o
tal vez por algo más.
Cuando
el silencio se ha roto, fue porque algún hermano había salido a mi encuentro
para convidarme “uno de los suyos” o tal vez para algo más. Y las veces cuando
dejé lo que hacía para ir pa´lla, fueron para alcanzar un mate y una sonrisa, o
tal vez para algo más.
Pero
¿Fue el mate o fue algo más? ¿Fue el mate o el mate era la excusa? La excusa
siempre es el mate. Porque cuando aquellos gurises se acercaron, no solo
querían matear, sino que buscaban el calor de sentirse comunidad.
Cuando
perdí el tiempo con aquel o aquella no fue solo para charlar, sino que
buscábamos la confianza, la sinceridad y lo auténtico de un buen amigo. Cuando aquel hermano se acercó
no fue sólo para convidar un amargo, sino que vino a ofrecerse, saltó el muro que
separa el “vos y yo” y se mostró
disponible para el compartir.
Y cuando dejé lo que hacía,
cuando dejé “lo mío” para ir a reencontrar “lo tuyo”, no fue para quedar bien
con un matecito, sino que sentía el deseo de que vos y yo nos sintiéramos
queridos y unidos en una misma sintonía, en un mismo canal, en una misma
FRATERNIDAD.
¡Eso es! El mate es como
nuestra fraternidad y nuestra fraternidad se parece al mate. Una fraternidad
que busca hacer comunidad como lo hacían los primeros discípulos. Una
fraternidad que es sincera, confiada y auténtica como la que Don Bosco vivió y
quería para el Oratorio. Una fraternidad que se ofrece, que sorprende y que
invita como lo hizo María cuando visitó
a su prima la Isabel.
Una fraternidad que no se
guarda, que sale mas allá, que va en busca y se pone en medio de los otros para
hacerse cargo de “lo nuestro”, como vivió Jesús, cuando caminó en medio de nosotros
y llevó “lo nuestro” hasta la cruz y después hasta Dios. Ese es el mate que
queremos tomar, el mate de la Fraternidad. Esa es la fraternidad que quiero y
queremos vivir.
La excusa es el mate... Siempre
fue la excusa.
Nelson Domínguez
Siempre fue la excusa y lo seguirá siendo!, Muy lindo amigo!
ResponderBorrarHasta el próximo amargo... Cuando vengas pata acá, o cuando vaya pa'la...
Siempre fue la excusa y lo seguirá siendo!, Muy lindo amigo!
ResponderBorrarHasta el próximo amargo... Cuando vengas pata acá, o cuando vaya pa'la...