martes, 25 de abril de 2017

Sueño que es de todos.

   ¿Qué es el oratorio?

   Según definiciones a nivel mundial, es una experiencia educativa informal, inspirada en el sistema preventivo que aplicó en su momento Don Bosco.
   La realidad es que esta mirada nos queda corta. Sí, es una experiencia educativa informal que sí está inspirada en el sistema preventivo, que sí usó Don Bosco en su época. Pero es mucho más. El texto, Los más de 200 oratorios, contemplando todas las miradas y todas las experiencias que conviven en las diferentes casas salesianas argentinas, en las diferentes personas, expresan claramente la diversidad de significados y sentidos que se les puede dar, porque no existe una única definición correcta. El oratorio es uno y es gigante y por eso abarca cada mirada y cada sentido que se le atribuye. Sí, estamos de acuerdo en las características salesianas y lo que significan, pero nada de esto significaría algo sin que todos supiéramos y estuviésemos convencidos de cuál es el centro del oratorio.

   Los pibes.    Los pibes que son ellos, somos nosotros, y somos juntos.

   Entonces, aportando mi propia mirada al conjunto de ideas que conforman el oratorio, hoy confío en que es esta forma de vida, basada en dar y darse y recibir. Y sentir tanto, porque uno vive por uno, y por el otro y por la comunidad. Esa comunidad formada por personas que eligen esta alternativa. No es un idealismo estar seguro de que NOS eligen. Es una realidad. Por minutos, por horas, por sábados o para toda la vida, nos eligen. Nos dan prioridad en sus vidas. Eso es el oratorio, esa alternativa, de vivir confiando, juntos, en este compartir por compartir, esa alternativa de crecer juntos. Esa alternativa, que, de alguna forma, todos elegimos.

   Y de eso estamos hechos muchas veces, de elecciones.  Esto nos lleva a una mirada más abarcativa del oratorio, ya que en la actualidad se lo ve, no como un espacio-tiempo específico, sino como el centro de la identidad de Don Bosco y del carisma salesiano. Como una forma de vida.

   ¿Por qué entonces, como animadores, participamos del oratorio?

   Así como la pregunta de que es el oratorio, esta tampoco tiene una única respuesta. Muchas veces incluso cambia para cada animador el por qué participar del oratorio. Incluso muchas veces se puede decir que esta pregunta va evolucionando dentro de cada uno. Hay procesos por los que uno va caminando, como es el de arrancar a conocer esta forma de vida por curiosidad o por casualidades,

   Preguntarse en este momento, ¿Por qué los otros están tan seguros de esto? ¿Por qué les gusta tanto? Por algo uno sigue yendo los sábados. ¿Es un llamado? ¿Es que me gustaron los nenes? ¿Me habré sentido cómodo con los pibes? ¿Me hace sentir mejor? ¿Los hace sentir mejor? ¿Me gusta mi grupo?...   Después de un tiempo, días, meses o años, de hacer oratorio, se empieza a sentir un poco más esta necesidad de estar ahí. Probablemente es por el sentirse querido. Muchos empezamos por hacer algo, por hacer algo para ayudar a la sociedad, por construir algo más. Y el amor, el cariño y todos esos dones recibidos, te hacen repensar muchas veces tu idea inicial.

   De repente llega un punto, en el que uno deja de ir por sentirse querido únicamente, en el que no vas por un grupo de amigos, en el que adoptas este modo (o intentamos) de vida, para ir por los pibes, por las familias, para tratar de redescubrir el amor y los milagros en esta realidad, realidad que a veces nos grita tan fuerte y tan amarga. Que amaga a callarnos. Entonces también vas por ese sueño, por una realidad compartida en donde el grito sea de alegría, en donde el grito sea ese que damos al otro para llamarlo a comer. Vamos por compartir, lo que tengo y lo que no, lo que soy y lo que no, y dejarse querer, y recibir todo lo que te dan.

   Profundizando un poco, el motivo que tiene el peso más fuerte personalmente es, hago oratorio porque me siento amado, me siento profundamente amado (por mi familia, por mis amigos, por Dios, por alguien, por quién sea), y de alguna forma quiero devolver también ese amor que es como un regalo en mi vida. Ese amor que no me puedo quedar solo para mí, sino darlo, que se multiplique. Es el sentirse agradecido por lo que recibí.

   Otro motivo es reafirmar la enseñanza de Don Bosco para contribuir, reafirmar que esta forma de educar y querer a los jóvenes, mediante los juegos, el circo, un canto, un pedazo de pan, un mate cocido, todavía es válida. La manera zalesiana de educar que muchas veces enseña desde el corazón y viéndose alimentada por este intercambio, por este compartir. Muchas veces nos encontramos con esto, de que, al no ser una educación formal, se puede caer en el pensamiento que al otro no le queda nada, no le queda un título, no le cambia la vida. Pero también somos conscientes de que lo que se aprende con el corazón, con el alma, queda grabado. Sirve. No es lo único que se necesita, pero sirve. Son los aprendizajes vitales, a partir de los cuales seguimos caminando y reforzando con nuestro proyecto de vida. Somos conscientes de que, al hablar de otro, hablamos de uno, porque no hay educador que no sea educado en el proceso. Somos conscientes de que es una forma de caminar juntos, creciendo, acompañándonos.

   La ultima posible respuesta que se me ocurre, a la pregunta de qué es el oratorio, de por qué vengo, está en esta creencia sincera de que la alegría, el compartir, los amigos, la familia, los pibes, el aprendizaje, el amor, todo eso, es la mejor forma de vivir.



Julieta Andretich


1 comentario:

  1. Quedó lejos eso de carisma salesiano, si la identidad de Don Bosco

    ResponderBorrar