Redoblamos el esfuerzo, ahora queda esperar de
cierto modo.
Ese proyecto es para lxs pibxs, deberían de
aprobarlo,
Mejor no nos confiemos, sigamos esperando.
Una puerta que se abre, solo llaman al de al lado.
¡La pucha che! ¡Nunca van a tirar algo pa’ estos
pagos!
De repente alguien sale, se oye una voz gruesa.
Tensa la sangre, eriza la piel.
Solo es un empleado, quejándose porque no llega a fin de mes.
La última luz se apaga, parece que hoy no es el
día.
Vamos muchachada, rumbiemos pa’ la vía.
A caminar se ha dicho. Tal vez mañana sea el
momento.
No perdamos la esperanza, van a ser más que un par
de bolsas de cemento.
Es tempranito y salimos pa la oficina. Mate en
mano, sueños que caminan.
Es tempranito y algo distinto tiene el cielo.
¿Será que hoy puede ser nuestra Pascua?
Desde el baldío a un lugar nuestro.
Al decir de Jon Sobrino, “tener
una esperanza para las víctimas es la primera exigencia de la resurrección de
Jesús para nosotros, pero también lo es participar en ella. Ser capaces de
hacer nuestra su esperanza, estar dispuestos a trabajar por ella, aunque eso
nos haga víctimas a nosotros mismos, es principio hermenéutico insustituible".
La esperanza como columna
vertebral de nuestras comunidades nos permite no aflojar ante la desolación; y
seguir insistiendo con el mismo ánimo, la misma fuerza y el mismo amor, para
poder forjar presentes mejores, para poder soñar con futuros posibles. "Y esta esperanza no nos defrauda, porque Dios ha derramado su amor en nuestro corazón por el Espíritu Santo" (Romanos 5,5).
La esperanza nos sostiene a
todxs, ante realidades que pintan un Viernes Santo eterno. Aunque tal vez, el
dolor no nos deje ver bien y ya sea sábado; y
allí a la vuelta de la esquina, esté nuestra Pascua, nuestro Paso tan
esperado.
CULTURA DE BARRO
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