martes, 24 de marzo de 2015

Hacer memoria es retomar el hilo de la vida

Hoy, 24 de marzo, hacemos memoria como pueblo argentino. Pero ¿qué entendemos por hacer memoria?

“Hacer memoria es retomar el hilo de la vida” supo decir Orlando Yorio, el cura villero que, por su trabajo pastoral en la villa del Bajo Flores, fue secuestrado y aprisionado durante 5 años por la dictadura.

Retomar el hilo de la vida es reencontrarse con el tejido, con el entramado en el que se sostiene nuestra cultura, nuestra historia como pueblo. Y si tenemos en cuenta que la cultura es la disposición de este pueblo ante la vida y ante la muerte, retomar este hilo implica vernos cara a cara con las opciones que hemos ido tomando y con las que tomaremos a lo largo de nuestra historia. 

Retomar el hilo de la vida es recordar a aquellos y a aquellas que se comprometieron con el otro, que buscaron el encuentro, que quisieron construir una sociedad mejor y que se brindaron, incluso a costa de su propia vida, con la convicción de que otro mundo es posible.

Pero retomar el hilo de la vida no implica únicamente recordar el pasado, sino que también significa encarar y analizar el presente. Eso sí, con el conocimiento de que hay un entramado de vida previo, que se fue tejiendo poco a poco con el sacrificio de muchos y muchas. Porque no podemos continuar tejiendo nuestra historia sin recordar el martirio de Angelelli, el valor de Vernazza, De la Sierra y Ricciardelli poniéndose delante de las topadoras cuando estas quisieron borrar del mapa a las villas, ni el coraje de tantos militantes de distintos colectivos sociales que fueron abandonados y asesinados por un Estado cuya función debería ser exactamente la contraria de la que ejercieron.  

De nada sirve el sacrificio que han hecho tantos y tantas si no atendemos nuestro presente, si no somos capaces de leer los signos de los tiempos para que los errores de nuestra historia no se vuelvan a repetir nuevamente.

Por eso no podemos tolerar ni naturalizar que, en tiempos de democracia, desaparezcan y asesinen a nuestros pibes, que el empobrecimiento sea cada vez más descarado, que haya una censura a la supuesta libre expresión, que el negocio de la droga arruine la vida de familias enteras, que las fuerzas de seguridad ejerzan violencia institucional, o que el Estado, sea cual fuere la bandera del partido, abandone al pueblo y no le pueda garantizar su seguridad y su bienestar.

Es porque no podemos callar lo que hemos visto ni oído, que debemos hacer oír nuestras voces para que estas situaciones no vuelvan a ocurrir nunca más. El quietismo no ayuda, sólo contribuye a desarmar esa trama que fue tejida con tanto sacrificio, y, además, la memoria debe ser usada como trampolín y no como sofá. Tengamos en cuenta que la memoria colectiva es compartida, transmitida y construida por la misma sociedad.

Por eso  la mejor manera de hacer memoria es comprometerse con este presente de historias desangradas por la violencia y la falta de afecto, aplicándonos, con paciencia, al entramado de lo cotidiano, para hacer, con coraje, un tejido nuevo. Y este tejer comienza desde lo sencillo, desde el encuentro con el otro sufriente. Es en ese construir casi invisible donde, en la trama, se inscriben eternamente los nombres de aquellos y aquellas que dejaron su vida para que otro mundo sea posible, porque cada vez que en nuestros apostolados acompañamos a nuestros pibes, conteniéndolos, escuchándolos, estudiando y trabajando con ellos; ayudándolos a cumplir sus sueños, es ahí cuando hacemos realidad el deseo de los que se sacrificaron. 

Hacer memoria es crear, en nuestros espacios, entramados que sean refugios de esperanza, lugares de renacimiento, donde nadie quede afuera de la fiesta y del encuentro, donde todo aquel que transite ese lugar pueda sentirse hijo e hija de un Dios que los ama y que los invita a seguir tejiendo, en comunidad, el entramado de la vida. 


Mariano

CULTURA DE BARRO



2 comentarios:

  1. "El quietismo no ayuda, sólo contribuye a desarmar esa trama que fue tejida con tanto sacrificio, y, además, la memoria debe ser usada como trampolín y no como sofá". Me quedo con esta frase, ya que la tomo como el deber del ciudadano de comprometerse en la busqueda de una sociedad más justa. Cada uno y desde el lugar que ocupa puede aportar algo para cambiar las dificiles situaciones con las que hoy nos toca convivir. Traigo a mi mente una frase de una hermosa canción: Permanecer y transcurrir no siempre quiere sugerir honrar la vida! Merecer la vida, no es callar y consentir tantas injusticias repetidas... Es una virtud, es dignidad y es la actitud de identidad más difinida! Ellos no se callaron, ellos lucharon contra las injusticias por eso merecieron sus vidas. Hoy salgamos a merecer las nuestras.

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    1. Hola! Muchas gracias por tu comentario. Concuerdo totalmente en que es fundamental que nos comprometamos con el presente y que no callemos las injusticias que nos toca vivir. Sería una incoherencia indignarse y pedir memoria por los desaparecidos de la dictadura y no hacernos escuchar cuando pibes como Franco Casco, Luciano Arruga y muchos otros, son desaparecidos y asesinados en tiempos de democracia. Es muy importante que tomemos conciencia de estas cosas, que participemos activamente, que marchemos, que pidamos justicia para demostrar que no vamos a tolerar que esto se naturalice.
      Por otra parte. el otro día me sucedió algo muy ilustrativo. El miércoles pasado un hombre se desvaneció en la calle. Fueron contados con los dedos de las manos las personas que nos detuvimos a asistirlo, llamando a la ambulancia y preocupándonos por su bienestar, mientras muchísimas personas pasaban por al lado del hombre (algunos por encima, como quien salta un bulto) sin dedicarle una mirada. Cosas como estas nos demuestran que no tiene sentido hacer memoria por el pasado si no atendemos nuestro presente cuando la vida reclama.
      Gracias por sumarte a la reflexión.
      Un fuerte abrazo.
      Mariano.

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