lunes, 20 de octubre de 2014

Gabi, tu ausencia nos convoca.

Hoy se cumple un año de la partida de Gabriel. Nos volvimos a reunir para marchar en tu memoria, para que el grito se escuche, para que ningún pibe vuelva a perder la vida. Una vez más, Gabi, tu ausencia nos convocó. Imposible que no sea así, es un deber y una responsabilidad nuestra el recordarte y contarle al mundo de vos, aunque a lo mejor no haga tanta falta, ya que todos te conocían y sabían lo bueno, amable y dulce que eras. No podemos callar, porque queremos agradecer por tu vida y tu testimonio, y porque queremos contarle a nuestra ciudad y al mundo entero que moriste víctima de la violencia, de la absurda violencia. También queremos decirle que no fuiste el único, sino que ya son muchos los que se fueron antes de tiempo porque les truncaron los sueños y les arrebataron la esperanza.

Tu vida fue un sendero a seguir y tu muerte, dolorosa y desgarradora al principio, se convirtió en una primavera, como una Pascua anticipada, transformando lo viejo en nuevo, alimentando una fe que se reaviva en la lucha y en el convencimiento de que ningún pibe debe morir; encendiendo aquella fe que ya parecía esfumarse en cientos de noches de desvelo.     

Y por eso nos reunimos y marchamos. Aquella vez marchamos a la comisaría, para recibir respuestas que, en realidad, nadie nos puede dar. Porque cuando nos preguntamos por qué el resultado de un partido de fútbol debe ser el detonante de un tiroteo que termine con la vida de un pibe, no hay respuesta lógica que sea válida. Porque si la hubiera, ayer tampoco hubieran muerto dos muchachos por el mismo motivo. Y por eso marchamos, porque no puede ser el fútbol más importante que la vida de los pibes, porque no es justo que en la televisión se hable más del análisis del partido que de los jóvenes que perdieron la vida. Marchamos para que todos seamos conscientes de lo que nos está pasando.  

En la búsqueda de respuestas también fuimos hasta las autoridades gubernamentales correspondientes, para contarles lo que nos pasa y para explicarles (por que parece que están confundidos) que urbanizar no solamente significa abrir calles y poner luces, sino que implica edificar el mejor club, la mejor plaza, la mejor escuela y el mejor hospital para que los pibes y las pibas de los barrios puedan acceder a ellos.

Buscamos respuestas en los medios, tratando de concientizar, de dar a conocer lo que pasó con Gabi y con tantos otros pibes para que entendamos que son ellos, los jóvenes, los herederos de este presente y los constructores del futuro, y que cada vez que muere un pibe, estamos matando una parte de nuestra historia.

Y como no encontramos demasiadas respuestas, se nos ocurrió que la mejor manera de hacer memoria era festejándote, para agradecer por el tiempo que estuviste acá. Y por eso hubo música, que te gustaba tanto, para recordarte a vos y también para recordarnos a nosotros que el tiempo que brilló tu estrella y volaron tus sueños, fue un tiempo para aprender y dejarse acariciar el corazón por esa presencia cálida y serena que nos hablaba de Dios en cada gesto.

Por eso hubo música, mezclada por ahí con algunos llantos y lamentos, porque podíamos hacer de todo menos quedarnos quietos y callados, y porque la Pascua tiene eso que nos suele costar, ese paso de lo viejo a lo nuevo, ese llorarte porque ya no estás con nosotros, pero al mismo tiempo ese sentir que si extiendo la mano, estas ahí. Y estas ahí, Gabi, porque como te supo cantar Varón en sus versos, “te pienso en absoluto silencio, en un posible camino de soledad que atraviesa mi barrio. Me veo y te veo. Miro y veo esa línea sevillana de dientes a punto de estallar en sonrisas que rompen lo oscuro, el fuego con el cual te quiero abrazar… y te voy abrazar.”


Hasta pronto, Gabi.


Mariano

CULTURA DE BARRO


  


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