El Papa Francisco decidió convocar un año
santo jubilar, es decir un año de especial importancia para la Iglesia , eligiendo como
tema del mismo la Misericordia que es
ese gran amor que Dios nos tiene y que utiliza para venir a nuestro encuentro,
para sanar nuestras culpas y que a reconciliarnos con Él. Uno de los grandes
signos de los jubileos es la apertura de una “puerta santa”, que simboliza una
verdadera conversión de nuestro corazón. Cuando atravesamos aquella puerta es
bueno recordar que debemos tener abierta también la
puerta de nuestro corazón 1 Francisco nos dice que “será una Puerta de la Misericordia , a
través de la cual cualquiera que entre podrá experimentar el amor de Dios que
consuela, que perdona y ofrece esperanza” (MV 3).
Es así que surge una pregunta: ¿Cuál es la puerta santa? Podríamos
nombrar muchos templos y basílicas dónde está ese signo, pero podemos buscar en
otros lados también. ¿Acaso no es puerta santa la del colegio, la de mi casa,
la de mi oratorio, la de la sala de mi grupo? Lugares donde podamos
experimentar el amor de Dios dice el Papa. Como animadores tenemos que ser vivo
rostro del amor de Dios, para que aquel pibe que viene en busca de un juego
pueda sentirse acogido por nosotros y se sienta parte de un verdadero lugar
donde viva y experimente el amor; pero ¿Por qué?, porque nosotros
experimentamos la infinita misericordia del Padre y su fuerza, que nos invita a
propagarla 2, y hacer sentir a los demás lo que pudimos sentir, que
Dios es amor, amor que perdona siempre. Y de ahí sale la necesidad de salir a
anunciar y así, transformar en “puerta santa” la de la casa de aquel barrio
donde la abuela cuida a sus nietos, o donde papá está preso y mamá se encarga
de los chicos, o donde aquel abuelo se ha quedado solo viviendo; y así “atravesando la Puerta Santa nos
dejaremos abrazar por la
Misericordia de Dios y nos comprometeremos a ser
misericordiosos con los demás como el Padre es con nosotros” (MV 14)
No podemos olvidarnos de las “esquinas santas”
donde los chicos se encuentran, o cuando juegan y meten goles en el “arco
santo”, ni tampoco de cuando se vuelven lugares de sufrimiento, de dolor. No
podemos caer en la “indiferencia que
humilla” (MV 15), no podemos callar las injusticias y las indiferencias,
porque eso no es amor, no es misericordia. Debemos lograr llegar a esos lugares
donde más duele, donde los jóvenes más nos llaman, para que todos aquellos que
nos necesiten “sientan el calor de
nuestra presencia, de nuestra amistad y de la fraternidad” (MV 15) sin
olvidarnos jamás que somos instrumentos
del amor de Dios, que no buscamos nada propio, sino hacer conocer y vivir a
los demás lo que nosotros conocimos y vivimos, tomando de ejemplo a Jesús, que
lo que lo movía era la
Misericordia 3
Construyamos esa puerta con barro, con ese
mismo con el que Dios nos moldea en su deseo de amor y misericordia; y no la
atravesemos solo, hagámoslo con los que sufren, están solos, los marginados,
los silenciados; y con María, la madre de la Misericordia , la que
ama y nos lleva de la mano; y junto al umbral de la puerta digamos juntos como
lo hacia el pueblo de Israel: “Abran las
puertas de la justicia y entraré a dar gracias al Señor” (Salmo 118, 19) y
atravesando la puerta experimentemos la Misericordia de Dios.
Gastón
Referencias:
MV = Misericordiae
Vultus
1 Audiencia General de SS Francisco 16 de
diciembre de 2015
2 Evangelii
Gaudium n° 24 “…fruto de haber experimentado la infinita misericordia del
Padre y su fuerza difusiva”
3 Misericordiae
Vultus n° 8 “Lo que movía a Jesús en todas las circunstancias no era sino
la misericordia…”
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