lunes, 4 de abril de 2016

Atravesar la puerta, de barro santa...

El Papa Francisco decidió convocar un año santo jubilar, es decir un año de especial importancia para la Iglesia, eligiendo como tema del mismo la Misericordia que es ese gran amor que Dios nos tiene y que utiliza para venir a nuestro encuentro, para sanar nuestras culpas y que a reconciliarnos con Él. Uno de los grandes signos de los jubileos es la apertura de una “puerta santa”, que simboliza una verdadera conversión de nuestro corazón. Cuando atravesamos aquella puerta es bueno recordar que debemos tener abierta también la puerta de nuestro corazón 1 Francisco nos dice que “será una Puerta de la Misericordia, a través de la cual cualquiera que entre podrá experimentar el amor de Dios que consuela, que perdona y ofrece esperanza” (MV 3).
Es así que surge una pregunta: ¿Cuál es la puerta santa? Podríamos nombrar muchos templos y basílicas dónde está ese signo, pero podemos buscar en otros lados también. ¿Acaso no es puerta santa la del colegio, la de mi casa, la de mi oratorio, la de la sala de mi grupo? Lugares donde podamos experimentar el amor de Dios dice el Papa. Como animadores tenemos que ser vivo rostro del amor de Dios, para que aquel pibe que viene en busca de un juego pueda sentirse acogido por nosotros y se sienta parte de un verdadero lugar donde viva y experimente el amor; pero ¿Por qué?, porque nosotros experimentamos la infinita misericordia del Padre y su fuerza, que nos invita a propagarla 2, y hacer sentir a los demás lo que pudimos sentir, que Dios es amor, amor que perdona siempre. Y de ahí sale la necesidad de salir a anunciar y así, transformar en “puerta santa” la de la casa de aquel barrio donde la abuela cuida a sus nietos, o donde papá está preso y mamá se encarga de los chicos, o donde aquel abuelo se ha quedado solo viviendo; y así “atravesando la Puerta Santa nos dejaremos abrazar por la Misericordia de Dios y nos comprometeremos a ser misericordiosos con los demás como el Padre es con nosotros” (MV 14)
No podemos olvidarnos de las “esquinas santas” donde los chicos se encuentran, o cuando juegan y meten goles en el “arco santo”, ni tampoco de cuando se vuelven lugares de sufrimiento, de dolor. No podemos caer en la “indiferencia que humilla” (MV 15), no podemos callar las injusticias y las indiferencias, porque eso no es amor, no es misericordia. Debemos lograr llegar a esos lugares donde más duele, donde los jóvenes más nos llaman, para que todos aquellos que nos necesiten “sientan el calor de nuestra presencia, de nuestra amistad y de la fraternidad” (MV 15) sin olvidarnos jamás que somos instrumentos del amor de Dios, que no buscamos nada propio, sino hacer conocer y vivir a los demás lo que nosotros conocimos y vivimos, tomando de ejemplo a Jesús, que lo que lo movía era la Misericordia 3
Construyamos esa puerta con barro, con ese mismo con el que Dios nos moldea en su deseo de amor y misericordia; y no la atravesemos solo, hagámoslo con los que sufren, están solos, los marginados, los silenciados; y con María, la madre de la Misericordia, la que ama y nos lleva de la mano; y junto al umbral de la puerta digamos juntos como lo hacia el pueblo de Israel: “Abran las puertas de la justicia y entraré a dar gracias al Señor” (Salmo 118, 19) y atravesando la puerta experimentemos la Misericordia de Dios.

Gastón



Referencias:
MV = Misericordiae Vultus
1 Audiencia General de SS Francisco 16 de diciembre de 2015
2 Evangelii Gaudium n° 24 “…fruto de haber experimentado la infinita misericordia del Padre y su fuerza difusiva”
3 Misericordiae Vultus n° 8 “Lo que movía a Jesús en todas las circunstancias no era sino la misericordia…”


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