miércoles, 20 de abril de 2016

Animáte a ser VOS, no Superman

Desde este espacio, donde creemos en la potencialidad de los jóvenes, considerándonos partícipes activos y constructores de nuestra sociedad, no podemos dejar pasar desapercibido, lo ocurrido recientemente en una fiesta electrónica, en Buenos Aires, donde cinco pibes perdieron su vida empastillados, y otros cinco la están peleando. Intentaremos plasmar algunas reflexiones que se despiertan desde el dolor…

Las drogas no saben de clases sociales: muchas veces asociamos las adicciones con sectores populares de nuestra sociedad. El porro es de las villas, la coca está en las villas, el paco está en las villas, la pasta está en las villas, las pastillas con vino están en las villas… ¿no es así? Ah, no cierto, estas pastillas estaban en una fiesta para gente bien pudiente y en un salón de prestigio. Nos hemos acostumbrado a estigmatizar tanto los ambientes populares, y más aún, a los pibes de los ambientes populares, que pareciera que la barriada siempre es sinónimo de drogas, y no es así. ¿Existe consumo?, si, ¿existen cocinas?, si, ¿existen pibes quemados por la droga?, si, ¿hay pibes que no está en esa?, si, ¿es el único lugar donde pasa todo eso?, NO, y a los hechos nos remitimos.
Las drogas no tienen idea qué son las clases sociales, entran en todos lados y hacen el mismo estrago, con la diferencia de que en algunos ambientes de clase más pudiente, pareciera un rito, o una cosa media premeditada, lo cual es peor. Igualmente, esta estigmatización es parte de tapar una realidad espantosa, a la cual también son propensos “los chicos bien”. Dentro de las clases más altas también existe esto y es igual de catastrófico, con la diferencia de que existen más recursos para volver hacia atrás y salir del consumo.

Tapando el sin sentido: una publicación del Facebook, de una piba que hoy está luchando por su vida internada decía algo más o menos así: “con ganas de estar en la fiesta y tener la cabeza en Plutón”. ¿Con qué necesidad? Sin juzgar, muchas veces el no tener un proyecto personal de vida, sueños por los que luchar, nos hacen volar los pies de la tierra, teniendo la constante necesidad de vivir una realidad paralela, tan fantasiosa e irreal como el Facebook mismo. Las drogas son el vehículo hacia el “más allá”, hacia una realidad sin límites, desinhibida, excitante, de pura adrenalina y frenesí. Sin embargo, te llevan tan “allá”, que lamentablemente muchas veces no hay camino de vuelta. La sobredosis no da marcha atrás, te quema, te deja en el “más allá”, ya no sos vos el que elige, sino que la suerte nomás puede darte una revancha, pero no te deja ileso. Hoy son las pastillas, pero ¿cuántas cosas nos hacen volar los pies de la tierra y están colectivamente aceptadas?

Las drogas son literalmente “una mierda”: utilizamos esta expresión “no correcta” y “poco académica”, por la falta de otra palabra que describa mejor qué entendemos por las drogas. Uno se va cansando de ver como las drogas hacen mierda la vida de los pibes, los arruina, los quema, los condena a una vida de adicción y dependencia, los hace gastar hasta lo que no tienen, los hace salir a chorear y más de uno termina en cana por querer comprarse un porro. Es doloroso e indigna mucho que un pibe se muera por esta mierda. Tiene que escandalizarnos, es un bochorno, no podemos quedarnos de brazos cruzados… ¡Se están muriendo nuestros pibes, se están matando, los están matando! No podemos más que sentir dolor, un dolor de ese fuerte que te retuerce todo, al prender el tele y ver una noticia como la de este fin de semana… No puede morir un pibe por una pastilla, ¿qué le faltaba que necesitó esa pastilla?, ¿qué cosa no pudo encontrar a tiempo?

Un negocio de saco y corbata: para no pecar de “incorrectos”, no queremos aludir a ningún sinónimo de la palabra anteriormente “mal usada”, pero igualmente nos quedaríamos corto. Da aún más impotencia, saber que con la muerte de nuestros pibes, hay gente elegante, de saco y corbata, que está lucrando atrás de un escritorio. Duele la impunidad de que la droga llegue, entre al boliche, se la comercialice libremente, se la fabrique, se la deje pasar, y nada de eso nos escandalice. Duele que un funcionario público vuelque con su camioneta llena de coca y la vida siga como si nada, con gente que públicamente relativiza el hecho. Duele que la muerte genere dinero, que el negocio de unos pocos, le cague la vida a muchos pibes. Duele que esos tipos que nunca probaron nada de toda esta porquería, anden en autos de alta gama, vivan en terribles departamentos, tengan una vida ostentosa, cuando su capital está forjado a base de muertes y familias destrozadas. Si no hubiese sido una catástrofe de semejante magnitud, se estaría hablando del éxito y la fiesta impresionante que se vivió, y del consumo y la venta totalmente “despenalizada” y aceptada conscientemente, por lo cual eso indigna aún más, sobre la corrupción que corrompe todos los estamentos sociales y gubernamentales, arruinando, también conscientemente, la vida de los pibes.

Llamado a ser vos, no Superman: ¿y ante esto qué hacemos? Creemos en un tipo que hace más de 2000 años causó la revolución del amor, y proclamó un subversivo mensaje donde la vida estaba por encima de toda ley, preocupación, día y costumbre. No, no es Superman, es simplemente Jesús.
Haciendo nuestras sus convicciones, su causa por la cual dio la vida, no podemos quedarnos de brazos cruzados, viendo un fatal espectáculo donde la muerte por drogas es moneda corriente. Creemos en la cuerda de bien que existe en cada joven, como decía Don Bosco, hagámosla sonar. Creemos en que somos llamados gratuitamente a la vida y tenemos una vocación, ayudemos en nuestros espacios a forjar proyectos de vidas, propongamos metas por las cuales valga la pena dar la vida. Creemos que somos profetas, anunciemos que vale la pena vivir bien la Vida y denunciemos todas aquellas cosas que atropellan la dignidad del hombre. Creemos en la fuerza de los vínculos y del afecto, salgamos a buscar a esos pibes que se sienten solos y recurren a  estas porquerías para olvidarse, y ofrezcamos ambientes de familiaridad. Creemos en que cada uno es original, único e irrepetible, ayudemos en nuestros espacios a valorarnos, sin necesidades de aparentar, de intentar ser alguien que no soy. Creemos que la vida de los jóvenes es tierra sagrada, lloremos, indignémonos, enojémosnos y pongamos manos a la obra para que esta catástrofe no vuelva a suceder…


Hoy son estos pibes, mañana puede ser alguno más cercano quizás, otros ya fueron… Por ellos rezamos, con la convicción de que Dios-misericordia ya les está abrazando, pero con la convicción también de volver a alzar renovadamente la bandera en favor de la vida, denunciando el negociado y el atropello de las drogas, y volviéndonos a comprometer para que nuestros pibes tengan una vida digna de ser vivida. 


Emiliano

CULTURA DE BARRO



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